3. ¿Por qué es necesaria la Cruz, tanto para Dios como para sus hijos las criaturas?
La Sagrada Escritura muestra que Dios escogió esta vía para acabar con el pecado y con el autor del pecado el demonio. San Pedro dice que Jesús “Llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pe 2, 24) para que muriéramos al pecado y viviéramos en el seno de la justicia. San Pablo dice que Jesús asumiendo la condición de criatura humana en carne y sangre “participó de las mismas para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hb 2, 14).
Dios podía haber aniquilado al diablo con sus secuaces y a toda su obra maligna con un movimiento de su poderosísima voluntad, pero prefirió sacrificarse para sacar de todo el mal producido por su enemigo un sublime bien : mostrar a sus criaturas la calidad y el tamaño de su amor, construirles una conciencia capaz de comprender el por qué de su Plan, y elevar a sí mismo a sus criaturas divinizándolas . Hizo a sus hijos capaces de intimar con Él y capaces de comprenderlo. Sin la Redención las criaturas tal vez serían perfectas en un grado muy elevado, y tal vez serían muy felices en el cielo, pero no hubieran tenido la facultad de comprender a Dios en su amor, sus pensamientos, sentimientos, deseos y actitudes. No sabrían en conciencia la calidad de la bondad y sabiduría divinas. Las criaturas serían hijos-criaturas, o sea, obras de las manos de Dios separadas de su Creador, pero no hijos en el Hijo, no serían hijos cercanos al corazón de Dios.
Dios no creó ni el mal ni la muerte . Dios les dio a sus criaturas, en su imagen y semejanza, la libertad, la conciencia y la autonomía. Además las aleccionó sobre lo bueno y lo malo y las dejó a su libre albedrío . Ante la decisión entre la vida y la muerte y entre el bien y el mal, les ordenó tomar el camino de la vida y el bien y no les dio permiso para pecar . Pero las criaturas angélicas y humanas pecaron, hicieron lo que desagrada a Dios, y por ello se corrompió la Creación . El Señor se compadeció de sus criaturas y quiso redimirlas por medio de su sacrificio de amor. Dios nos amó hasta el extremo, con una intensidad inefable; Él nos amó donándose.
Dios decidió cargar con el oprobio de sus criaturas, invitándolas a su sacrificio victorioso, asumiendo el mal y el pecado para aniquilarlo con su Cruz y su Muerte. La Cruz es el camino que Dios eligió para confeccionar su Magna Obra de amor, culminándola en una Nueva Creación libre de todo vestigio de mal.