Dic. 19: Dos angeles, dos elegidos de Dios: Un paralelo entre Sanson y Juan Bautista
Homilia para el 19 de diciembre, profundizando en aquello del vino de alegría, que sólo Dios puede darnos.
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Curso: Invitacion a la Cristologia (2 de 20)
Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 2 de 20: Cuatro Etapas en el desarrollo del tratado de la Cristología. Presentación de uatro de los nueve principales horizontes en que se ha escrito la Cristología.
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Temas de la Sesión 2: Cada etapa de la cristología aproximadamente cubre cinco siglos.
Etapa fundacional (siglos I-V). Referencia: Concilio de Calcedonia.
Etapa de latencia (siglos VI-X). ¿Monofisismo implícito? Llega incluso hasta nuestros días, según se ve en algunas expresiones comunes del lenguaje.
Etapa clásica (siglos XI-XV). Dos fases: teocéntrica (con su cumbre en Santo Tomás de Aquino, siglos XI-XIII); y cristocéntrica (inaugurada por San Francisco de Asís y con su culmen en la Imitación de Cristo).
Etapa de la crítica (siglos XVI-XX). Inicia con la Reforma Protestante y afecta nuestro modo de pensar actual.
¿Qué es criticar? Etimológicamente: llevar a juicio. Preguntas directas: ¿qué es esto? Preguntas indirectas o críticas: ¿Es esto realmente así? (Pone en tela de juicio). Implica una desconfianza (metodológica o existencial) sobre la respuesta “recibida” y el establecimiento de un nuevo horizonte.
Un horizonte es el “desde dónde” de mi pregunta. Nadie pregunta en el vacío. Siempre hay supuestos, certezas previas, fundamentos: lo que se toma por seguro y sentado. No corresponde a lo que se dice sino a qué hace posible y oportuno decirlo.
Ejemplos de “horizontes” que han surgido a lo largo de la historia de la cristología. De un total de nuevo horizontes que se presentarán, aquí se presentan cuatro:
(1) Conocer entendido como situar. Situar a Cristo dentro de lo conocido, “conocer a Cristo como conozco lo demás que conozco.” Inevitable para elaborar una cosmología cristológica, o cristología cósmica. Condujo al arrianismo.
(2) Encuentro entre racionalidad y sabiduría: búsqueda de una lógica que gobierne la vida de Cristo (Santo Tomás de Aquino).
(3) “Quiero ser como Cristo.” Horizonte de la mística, con cierta desconfianza de la injerencia de la razón: querer comprender mucho a Cristo puede impedir imitarle y obedecerle.
(4) Horizonte crítico: ¿Es de fiar la Iglesia cuando habla de Cristo? De ahí surge la Reforma Protestante, la Teología Liberal, la Crítica Textual, y el Modernismo.
Celebrar navidad, en medio de tantas incertidumbres
Se ha dicho que el siglo XIX transpiraba el optimismo propio de la Modernidad. El término “progreso” era visto como la ley saludable, feliz e inevitable en cada área de la existencia. La evolución de las especies de Darwin se supone que prometía una especie de mejoramiento continuo que debía tener su demostración en las avanzadas formas de vida que vemos en el planeta–empezando por nosotros mismos, los seres humanos. La revolución industrial prometía encontrar soluciones cada vez más perfectas a los desafíos que pudieran arrojarse a la especie humana. La consigna del “más y mejor” parecía poder obtenerse de la naturaleza, vista como cantera inagotable, y del ingenio humano, visto como el rey natural de un mundo donde la razón era “diosa.”
Tal ebriedad de optimismo pronto se estrelló con límites inéditos, rudos, desalentadores al extremo. Dos guerras mundiales, décadas de guerra fría, un planeta asfixiado en sus deshechos industriales, agotamiento de recursos energéticos, calentamiento global muy probablemente causado o agravado por la actividad humana, una crisis financiera que mantuvo en ascuas los mercados del mundo por meses interminables… la lista que el siglo XX dejó en herencia no da para sonrisas de triunfo sino, según se mire, para exámenes de conciencia y seria preocupación en todos los que queremos sentirnos viajeros responsables de esta nave espacial que se llama la Tierra–el único lugar amigable para la especie humana en todos los trillones de kilómetros cúbicos que nos rodean. No sólo no sabemos sino que podemos vivir en otro sitio.
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El Testigo Fiel
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