182.1. Más de una vez la Biblia compara a la tierra con un “vientre.” Texto impresionante en este sentido es el de Job: “desnudo salí del vientre y desnudo volveré a él” (Job 1,21). Es posible que una resonancia de este modo de hablar esté presente en la extraña pregunta de Nicodemo, que sin esta consideración resulta sólo ridícula: “¿Es que acaso puede el hombre volver a entrar al seno de su madre y volver a nacer?” (Jn 3,4). Cuando lees esa pregunta con tus ojos y desde tu perspectiva moderna lo que parece raro, y en donde queda el acento, es en eso de “volver a entrar al seno de su madre,” pues es obvio que tal “entrada” repugna al pensamiento y es desagradable a la humana imaginación. La verdad es que la pregunta del “maestro de Israel” (cf. Jn 3,10) no viene a proponer una cosa tan absurda. Su acento no está ahí sino en lo que sigue, como si dijera: “¿Es que acaso un hombre, vuelto al seno de su madre, puede volver a nacer?”: es decir: “Una vez que el hombre lo ha perdido todo —pues esta es la obra de la muerte, que te devuelve al seno de tu “madre,” la tierra— puede tener un nuevo comienzo?.” De ahí la respuesta de Cristo: el nuevo nacimiento se da por el agua y el Espíritu.
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Sacerdotes y Ministros del Reino de Dios
El centro de la predicación de Jesucristo fue el Reino de Dios. Puesto que el sacerdote tiene un lugar central en la obra de la evangelización, ¿de qué manera le toca la realidad del Reino, en qué momento se hace vida en su ministerio y qué puede hacer para dar testimonio de él?
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