175.1. Hoy quiero hablarte de lo barato y lo caro. Hay una especie de contradicción interna en estas palabras. Si llamamos barato a lo que te hace gastar menos dinero, lo lógico es preferir las cosas baratas; pero si llamamos barato a lo que no tiene buena calidad, y por tanto no vale mucho, entonces no es buena idea buscar lo barato. Del mismo modo: si llamamos caro a lo que implica un gasto fuerte, hay que huir de las cosas caras; pero si lo caro conlleva una excelente calidad, entonces hay que preferir en cierto modo a lo que es caro.
175.2. De aquí resultan dos estrategias distintas. El comprador intenta conseguir la calidad que sólo tienen las cosas caras al precio módico de las baratas. El vendedor, en cambio, quisiera lograr la ganancia que le da el precio costoso, incluso si la calidad de lo vendido fuera deficiente y más bien propia de lo que se vende por poco dinero.
175.3. Es obvio de aquí surge una tensión entre el vendedor y el comprador; uno y otro intentan ganar lo máximo y perder lo mínimo. Esta tensión se resuelve finalmente cuando alguno de los dos es vencido por aquello que le constriñe: quizá una ley externa, quizá el imperio de su propia necesidad, o las consideraciones de su conciencia, o el llamado de la misericordia.
175.4. De todo esto puedes deducir cuánta complejidad reviste la asignación de un número llamado “precio.” En últimas, el precio de un artículo es algo así como el resumen de las controversias de intereses conscientes e inconscientes visto en comparación con el contexto aún más amplio y volátil de lo que son o han sido las controversias y acuerdos alcanzados para objetos distintos o inconmensurables en la misma región o en otras regiones; en el mismo periodo de tiempo o en otro periodo.
175.5. Un precio así asignado puede aún ser fuente de un grado todavía más alto de complicación, cuando bienes accesorios o colaterales relacionados con él resultan de interés para otras personas o para los mismos que le han hecho posible en el mercado. Es el caso de las acciones bursátiles, las divisas, los préstamos a tiempo definido y tantas otras actividades llamadas “financieras” en las que el concepto mismo de “valor” y de lo barato y lo caro se difumina en un impresionante tejido de conceptos y abstracciones que, ya más que hablar de las cosas mismas, retratan, desde el modo como son construidas, los propósitos de los corazones que las proponen.
175.6. No es extraño, en tales circunstancias que toda una teoría se construya con el propósito implícito de favorecer el ansia de poder o la codicia profunda de sus abanderados o de quienes los patrocinan. No es este entonces un “conocimiento” en el sentido propio de la palabra, sino más bien un ejercicio de persuasión.
175.7. Lo extraño, y a la vez lo irónico del caso, es que son estas abstracciones duras de digerir para el intelecto de los hombres y marcadas por los deseos inconfesos de sus autores, las que precisamente por su aire de profundidad y erudición ganan amplia aprobación y reconocimiento, hasta el punto de llegar a afirmar que en ellas ha de apoyarse toda ciencia económica o financiera.
175.8. El efecto final es que estas extrañas teorías reciben un voto de confianza parecido a la fe religiosa, de modo que multitudes ingentes y países enteros llegan a admitirlas, más “creyendo” en ellas que “entendiéndolas” propiamente.
175.9. No creas que este proceso sucede solamente al ritmo de los intereses de los hombres. A medida que el lenguaje se hace más volátil y la justificación del propio punto de vista más huidiza, los espíritus de tiniebla hacen su propia obra ayudando a construir mentiras elocuentes y exacerbando el ansia de ganancia y el gustillo por el ejercicio del poder. La telaraña que se cierne sobre el mundo tiene mucho de su olor y de su estilo: muertes injustas que parecen “naturales” y dureza de corazones que duermen sin remordimiento.
175.10. Todo esto debías saberlo, porque, llegada la hora tendrás que cortar algunos de esos hilos, y el veneno de la furia enemiga te perseguirá sin compasión. Cuando esto suceda acuérdate de que sólo Dios es Señor de tu vida, y recuerda que yo también estaré a tu lado.