174.1. Cuando llegue el silencio y no escuches más mis palabras, tendrás aún tiempo suficiente para recordar lo que te he dicho, y habrá para ti la oportunidad de acoger con amor lo escuchado o para rechazar con desconfianza lo que tú mismo has y habrás escrito.
174.2. Esto significa que no voy a imponerme en tu vida, ni en la vida de nadie. Soy como una estrella que aparece la noche que le corresponde, y brilla con todo el amor que puede. Alguna vez hay ojos para acoger ese brillo y tal vez también una boca que con inspiración y acierto cuenta su belleza. Otras veces, en cambio, el destello se pierde o parece perderse en la noche, pues no es verdad que se pierda, sino que queda siempre regalada. Lo que sí puedo decirte, y espero que lo entiendas, es que cuando yo me vaya, sea que me hayas aceptado o no aceptado, ya no te haré falta.
174.3. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.