UN PADRE CON CORAZÓN DE MADRE
(Lc 15,20)
Continamos nuestra reflexión sobre esta parábola, una de las más bellas y conmovedoras que brotaron de los labios de Jesús. Me gusta imaginar a los discípulos escuchando a Jesús esta hermosa historia, y mirar sus reacciones, los gestos de su rostro, medir el tamaño de su admiración. Estoy seguro de que les habrá impactado enormemente. Yo recuerdo que, cuando era todavía muy niño, me encantaba escucharla.
Ternura de madre
Las palabras que pintan el encuentro del hijo menor con sus padre son sumamente expresivas: “Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó” (Lc 15,20). Juan Pablo II dice que las palabras “echar los brazos al cuello” muestran la semblanza de una madre que acaricia al hijo y lo cubre de su calor maternal.
Muchos Santos Padres, teólogos, exegetas y autores espirituales han comentado este pasaje a lo largo de la historia, y han sacado de él abundantísimas lecciones para su propia vida y para enseñanza de los cristianos.