Una frase que el Papa Juan Pablo II hizo popular, es primero un mandato que Nuestro Señor Jesucristo dejó a quienes creemos en Él. Fue Jesús, además, quien primero mostró que es posible vencer al odio sin odiar y vencer a la agresión sin agredir. Su dolorosa Pasión es en realidad una batalla, una guerra contra las tinieblas del pecado y contra el poder del miedo en la vida humana.