161.1. Con razón se enardece tu alma ante el crimen abominable del aborto. Con todo, es importante que vayas más allá y descubras que el aborto, antes que un crimen es una mentalidad, y que detrás de esa mentalidad está la satánica aspiración de “devolver” la creación, esto es, el intento de arrojarle a Dios su obra.
161.2. Para que mejor comprendas estas drásticas afirmaciones necesito primero exponerte la noción de “aborto espiritual.” Cuando la voluntad expresa de Dios para una creatura racional es deliberadamente desobedecida, estamos ante un aborto de corazón, o un aborto espiritual. La rebeldía que no deja nacer lo que se sabe que viene de Dios es pariente próximo de aquel crimen porque el que se suprime una vida que es obra suya y que Él quiere que viva, más allá y con anterioridad a las voluntades humanas favorables o desfavorables que puedan entrar en juego.
161.3. Tal fue el caso del mismo Satanás, que como bien conoces se abortó a sí mismo del designio divino, y con su rebeldía levantó las paredes del infierno. Satanás es, al mismo tiempo, el primer abortista y el primer aborto, pues su negativa al querer divino tenía como propósito fundamental que no se realizara lo que Dios quería que se realizase.
161.4. Esto no significa que Satanás mismo posea la voluntad de todos los que abortan o de los que procuran abortos, aunque no pueda negarse su influencia en la proliferación de tantas muertes de inocentes, sino más bien quiere decir que el crimen de todos estos repite trágicamente el modelo de aquel primer pecado que pretendió rasgar para siempre la inmaculada belleza del designio santísimo de Dios.
161.5. Cada creatura racional que no es santa lleva la mancha de rebeldías, renuencias y torpezas que le acercan a la triste realidad de los niños abortados. Por esto el llanto y la melancolía que atraviesa el rostro de tantos hombres; por eso tanta depresión en el mundo. ¿Es que acaso Dios hizo un mundo triste? ¿Es que carece de belleza su obra, o de donaire su estilo, o de esplendor su gloria en la creación? ¡Nada de eso! Todo, óyeme bien, todo lo que Dios hizo, lo hizo con júbilo; sí, con júbilo, con ese gozo que apenas podrías imaginar viendo los coros de los Ángeles en fiesta. La creación es aquel espacio que su amor hizo como traducción del abismo de su insondable alegría y su inacabable gozo.
161.6. Si hay tristeza, pues, no es por falta de amor o de sabiduría del Creador. Esa melancólica postura del hombre que parece agobiado por el solo hecho de existir no viene de Dios, sino del llanto profundo que brota en la creatura que sabe que no ha nacido al amor inconmensurable. Créeme: la mayor parte del dolor de alma de los que viven deprimidos es simple llorar su condición de abortos que se abortaron.
161.7. Son estas palabras duras, pero ¿no es más dura la condición de los que echaron a perder su única vida, su única posibilidad de ser? ¡Yo tengo que hablar así, y tú debes escucharme, hermano, y aprender también tú a expresar con diáfana claridad que la vida está siempre en peligro! El feto en el útero materno está amenazado de ser abortado, sobre todo en estos tiempos que corren, pero, ¿acaso has de pensar que el que ha nacido, ya por eso es salvo? ¡No! Nuevos abortos, es decir, nuevas formas de ser triturado por el absurdo de la nada le esperan, y de ahí el llanto de la edad madura y el gemido de la edad anciana.
161.8. Hay niños que fueron abortados a las semanas de existencia, pero hay vidas que fueron abortadas a los 12 años, o a los 34 años, o a los 73 años. Créeme: todo aquel que no es un santo al morir, es un aborto; sólo que lamentablemente hay abortos que se abortaron a sí mismos con odio, y llamaron odio también al amor que quería redimirles. Estos, ya sabes que nombre tienen. Yo no quiero decir ese nombre.
161.9. ¿Ves por qué es importante llamarte a la alegría? Cuando veo las almas deprimidas, pienso que Satanás quisiera hacer de este mundo una máquina de abortos. Por eso te lo digo, con furor de amor: ¡Deja hombre!, deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.
Hola Fray Nelson, quiero comentarle que muchas veces he meditado sobre el tema y m veo a mi mismo como un aborto, porque en un momento de mi vida yo qise abortar el Plan que Dios tenía para mi y lo hice, me hice a mi mismo incapaz de reponder a su llamado y llevé las cosas al extremo. Ahora me doy cuenta de que çdos a seguido amándome y me ha llamado por nuevos caminos, pero esa rebeldía y ese rechazo a mi mismo y a Dios vivne en mi corazón. Dígame por donde tengo que salir???