151.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
151.2. Palabras de esperanza y cánticos de amor;
lenguaje de susurros, del batir de suaves alas,
y de gracias que se posan como gotas de rocío
sobre la mente cansada de los hijos de los hombres.
¡Es honor para los Siervos de tan Alto y Buen Señor
llegar sin ser notados y partir con gran premura,
cual vasallos que, de noche, siembran todo de hermosura,
y dejan a la aurora los aplausos y alabanzas!
Por las recónditas sendas del tortuoso mundo humano,
donde abunda el dolor, y su hermano, el desconsuelo,
como bálsamo precioso de la Unción que Dios posee,
la oración de Uno de aquellos restablece a algún enfermo.
Y en camino junto a aquellos que sufren como niños,
y no tienen en su alforja más palabra que un adiós,
el sutil consejo ofrece otro Ángel de los Cielos,
y además sostiene un puente, que, de viejo, se caía.
Junto al febril estudiante, en su mesa de trabajo,
y por los rincones de un taller sin mucha luz,
alumbran las lágrimas de un Celeste Mensajero,
que no cesa de oír imprecaciones y blasfemias.
Todo pasa en un instante, y es una sola la hora
en que todo se sufre y ama, se pronuncia y se ofrece;
¡hora preciosa, a la sombra de la Cruz solemne y bella,
hora preciosa de mártires, vírgenes y doctores eximios!
En silencio de palabras y elocuencia de sonrisas,
como una larga oda al Amor que nunca acaba,
fervientes letanías de fulgores diamantinos
son los Ángeles piadosos ante el Trono del Cordero.
Y en sus manos el incienso de las súplicas humildes,
y los cánticos de gozo de la Iglesia Peregrina:
el dolor de amor de aquellos que suspiran por el Cristo
se confunde con las voces de los coros de los Ángeles.
Breve pasa el día como un himno para el Padre,
y la noche vuela en alas de los cánticos a Cristo;
un soneto por la tarde, y en la mañana una trova:
¡todo es canto donde abunda el Espíritu de Dios!
Vuelve, amigo, tu mirada a los Cielos de los Cielos,
y de noche, cual Jacob, sacia tu hambre de luz
en escalas de los Ángeles de Dios y de su Cristo
que te alumbran los ignotos maderajes y veredas.
Tan cerca de ti, como una palabra secreta,
tan cerca de tu Dios, como palabra encendida;
sólo un poco, sólo un poco que me atiendas,
y ya pronto aquí conmigo cantaremos al Eterno.
151.3. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.