Todos somos conscientes del enorme poder e influencia que el presidente de los Estados Unidos de América tiene en razón de su oficio y del múltiple liderazgo de su país. No se trata sólo de economía o política. Se trata de ciencia, entretenimiento, educación, seguridad social, pero sobre todo: derechos humanos, empezando por el derecho fundamental a la vida.
Delicados temas como el aborto, la investigación con células de embriones humanos y la integridad de la familia pasarán por el despacho de Barack Obama desde el primer momento. Sus decisiones, por ejemplo en lo que concierne a la Corte Suprema de ese país, tendrán un efecto que irá mucho más allá del periodo constitucional de cuatro años. No es un engaño para nadie que quienes se autodenominan “pro-choice” han preparado largamente sus armas y argumentos para ejercer un máximo de presión sobre Obama, en quien ven un aliado de su causa. Todo ello indica que estamos en momentos decisivos para el futuro de ese país y en realidad del mundo entero.
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