Hace varios años tuve ocasión de predicar un retiro espiritual a un grupo de religiosas en Loja. Ya con ocasión de ese viaje aprendí, como colombiano que soy, a amar a nuestro vecino y hermano país, el Ecuador. Mi sentimiento de afecto y mi deseo de toda bendición para esa querida nación han aumentado con motivo de la reciente misión que allí pude realizar, del 6 al 12 de enero pasados.
¿Qué encontré? Invitado por la Renovación Carismática Católica, mi entorno fue el de los Grupos de Oración. Amor fraterno, alegría espontánea, fervor en la alabanza, hambre de la Palabra de Dios, son algunas de las señales que marcaron positivamente mi estadía en Quito, en donde prácticamente se desarrolló mi apostolado.