Hola fray Nelson.
Leyendo tu biografía y tus escritos en general me siento identificada en algunas cosas contigo, especialmente en la obra de la Renovación católica carismática, no sé qué habría sido de mi espiritualidad sin ella; ésta es claramente una obra de DIos.
En realidad el motivo de mi correo es una duda que tengo en relación a la tradición de la Iglesia. Existen trabajos históricos mormones que hablan del sincretismo del cristianismo con prácticas paganas, entre ellas resaltan la Eucaristía o “celebración del vino y el pan”, de esto me he enterado por terceros, no he ido directamente a estas fuentes. También me hablan de otros dioses como Horus o Mithra que comparten unos rasgos similares a los de Jesús como la resurrección, el nacimiento de una virgen, entre otras muchas características. Me gustaría por eso que me recomendaras lecturas más científicas para comprender ese pasado. si algo tengo claro en mi vida es la existencia de mi Dios en el santisimo sacramento del altar, de Jesús en su forma eucaristica por eso soy católica.
¡Gracias! -Estudiante, Bogotá.
Uno de los ataques más “sofisticados” contra nuestra fe es el que tú mencionas. La verdad es que uno puede sentirse incómodo y desconcertado cuando le dicen por ejemplo que la Navidad es una fiesta pagana que los cristianos sencillamente asumieron. O cuando le dicen a uno, como tú cuentas, que la Eucaristía tiene un origen pagano. O cuando nos cuentan que la historia del diluvio es “muy común” en culturas y religiones antiguas, de modo que la Biblia sería una especie de recopilación de cuentos que circulaban o que circularon en distintos lugares y culturas.
Cuando la gente nos habla de este modo, sus intenciones pueden ser muy diversas, dependiendo de cuál sea la postura religiosa o antireligiosa de quien nos habla. En algunos casos se trata de ateos que quieren mostrar que creer es ridículo, y apenas demuestra poca inteligencia o mucho atraso; en otros casos se trata de personas de cultura más o menos “esotérica” que busca especies de “conexiones” cósmicas, filosóficas o inter-religiosas. Su propósito es demostrar que hay una especie de sabiduría compartida entre todas las razas y pueblos, sobre todo los más antiguos, y por tanto demostrar que lo verdaderamente interesante e importante no es esta religión o aquella, sino esa sabiduría milenaria y escondida. Este modo de obrar corresponde en general al gnosticismo. Hay, finalmente, otro grupo, que comprende gente de otras religiones que quiere debilitar nuestra convicción cristiana o critiano-católica, para llevarnos a sus propias creencias. Esto parece ser lo que sucede en especial con los Mormones y los Testigos de Jehová, cuando vienen con esta clase de argumentos.
Como se ve, el tipo de ataque es muy diversificado, y las posibles intenciones de quienes asi atacan nuestras convicciones también es de muy amplio espectro. No resulta fácil diseñar una estrategia general de defensa que sea respetuosa de la investigación científica seria (porque no queremos ser simplemente fanáticos que dicen: “es que es así porque así lo digo”), y que sin embargo no se deje intimidar por una avalancha de datos o estudios que a veces son dudosos, por decir lo menos. Por eso lo mejor en esta clase de temas es decir a la persona algo como esto: “Te agradezco la información que me das. Ciertamente yo tomo mi fe muy en serio, pero no se puede pretender que tenga todas las respuestas en mi cabeza. ¿Quieres por favor darme tus fuentes, es decir, en qué libros o referencias te apoyas? Yo voy a tomar nota y voy a hacerme mi propia idea. ¡Gracias!” En mucho más del 90% de los casos las personas ni siquiera tienen precisión sobre sus propias fuentes, o lo que citan son publicaciones de propaganda hechas por su mismo grupo; por decir algo, los Testigos de Jehová mencionarán sus publicaciones de La Atalaya (The Watchtower). En todo caso, la discusión abierta, a menos que uno domine los temas, es poco productiva y más bien sirve para que esta clase de personas crea que ya casi lo va a convencer a uno.
Eso no significa que uno no pueda formarse buen criterio, sino sólo que en general no vale la pena meterse en una larga discusión. Para eso de formarse criterio probablemente sirven los siguientes puntos.
Si vamos a mirarlo desde un cierto ángulo, todo fue pagano en algún momento de la historia humana; absolutamente todo, por al sencilla razón de que el pueblo hebreo no salió de la nada. ¿Qué quiere decir la palabra “pagano”? Quiere decir algo que ha nacido en, o que es típico de otros pueblos, distintos del pueblo elegido. Por ejemplo: los pueblos de Canaán tenían la costumbre de vincular la religión con la prostitución. Semejante costumbre nunca existió entre los israelitas y al contrario fue duramente reprobada. Se puede decir entonces que la llamada “prostitución sagrada” es una costumbre pagana.
Es fácil ver que la prostitución sagrada es una iniquidad, y como hay tantos ejemplos similares de costumbres obscenas o crueles en los pueblos distintos al pueblo hebreo, uno puede hacer la asociación mental de que todo lo pagano es inicuo. Pero esa manera de razonar es superficial e inválidad. En primer lugar porque nuestra propia fe enseña que hay muchas cosas buenas que Dios ha dado a otros pueblos y culturas. ¿Vamos a decir que la imprenta es mala porque la inventaron los chinos? ¿Vamos a decir que toda la filosofía griega es perversa sólo porque no conocían la revelación dada a Moisés y los profetas? ¿Vamos a decir que la poesía hindú es basura o que no haya nada que aprender del sentidod e comunidad de tantos pueblos africanos? ¡Y todas estas realidades son “paganas”!
La clave está en comprender que el solo hecho de que algo haya empezado fuera del ámbito de la tradición judeo-cristiana no lo hace perverso, así como el solo hecho de que algo haya empezado adentro de esa tradición tampoco lo hace recomendable. La Iglesia ha sabido utilizar, con la prudencia necesaria, la filosofía del pagano Aristóteles, por dar un ejemplo. A la vez, la misma Iglesia no ha seguido la práctica judía de no prohibir que se coma la carne de cerdo. Así que la línea entre lo bueno y lo malo no equivale a la línea cultural entre “judeo-cristiano” y “pagano.”
No tiene absolutamente nada de malo que haya habido comidas u ofrendas de pan y vino en otros pueblos y que la importancia de esos alimentos haya entrado en cierto momento al pueblo elegido. No tiene nada de extraño ni de perverso que haya habido una fiesta romana relacionada con el solsticio de invierno y que esa festividad haya sido después asumida y transformada por los cristianos. Lo que más importa no es de dónde vienen las cosas sino qué uso les damos nosotros, o sea: cuál es su sentido para nosotros. Y ese sentido no viene dictado por la mentalidad ajena a la Escritura sino por la predicación de los profetas, los apóstoles y por nuestros legítimos pastores.
Fr. Nelson Medina, O.P. – Lee respuestas a otras preguntas.