Viva el Papa – Una novela de Pedro de Alarcón
132. La Creacion, la Redencion y la Iglesia
132.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
132.2. La obra de la conversión sucede en el tiempo pero más allá del tiempo. Has oído hablar de conversiones “instantáneas” y también de “procesos de conversión.” En realidad las dos cosas son ciertas, porque cada conversión se asemeja a la obra de la creación. Dime, ¿sucedió la creación “de un momento para otro”? En cierto modo sí, porque lo que empezó a existir tuvo un comienzo, y es claro que es posible definir un “antes” y un “después” de ese comienzo. El cambio sucedido, incapaz de ser apresado en palabras humanas, es inconmensurable con el tiempo, pues entre no existir y existir no hay término medio.
132.3. Mas ¿puede afirmarse también que la creación es un proceso? Sí, en otro sentido, porque no llamamos “creado por Dios” sólo a aquello que existió en primer lugar, ya que, como te dije en otra ocasión, todas las cosas son creadas y tienen en Dios la primera y más directa causa de s ser y existir. Si esto es así, resulta obvio que las cosas que van llegando a ser constituyen una secuencia o serie que se desenvuelve en el tiempo, y desde este enfoque la creación misma es un proceso.
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Meditacion sobre la genialidad de un santo, Benito de Nursia
He aquí lo que encuentra un católico en un día cualquiera en Europa, y particularmente en España: el cinismo de un gobierno socialista para el cual el cuerpo es objeto de uso; la avanzada imparable del secularismo, que compite con el renacer de la superchería y la superstición; la presión de los medios de comunicación, vendidos al hedonismo barato y al comercio sin alma; la traición visible de un número de miembros del clero y de los religiosos, unido a la escasez de vocaciones; el laicismo rampante que parece no saciarse en su ansia de extinguir la vida débil, haciendo así de esta tierra un escenario grotesco y cruel; el abandono masivo de la práctica de la fe en los jóvenes; la fractura de la familia, que hace todo más duro, más sordo, más aciago; la complicidad mediocre de la mayoría de los centros de estudio, que a menudo consagran como única fuente de verdad el materialismo cientificista. No es para quedarse tranquilo.
Si ese católico toma en serio su fe tiene que sentir indignación. Su tristeza se volverá lamento pero también deseo de combatir, de gastarse, de entrar en la refriega y dar la cara por Cristo y su Iglesia. Su beligerancia, sin embargo, será interpretada de inmediato por el sistema como “fundamentalismo,” “ingenuidad infantiloide,” “nostalgia de Cristiandad,” y decenas de epítetos de los que ya conocemos, y que empiezan por “carca.” En resumen, un católico hoy solo puede esperar dolor por dentro y rechazo silencioso y asfixiante por fuera. ¿Qué se hace ahí?
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The City of God, book 5 of 22
Book 5 – Augustine first discusses the doctrine of fate, for the sake of confuting those who are disposed to refer to fate the power and increase of the Roman empire, which could not be attributed to false gods, as has been shown in the preceding book. After that, he proves that there is no contradiction between God’s prescience and our free will. He then speaks of the manners of the ancient Romans, and shows in what sense it was due to the virtue of the Romans themselves, and in how far to the counsel of God, that he increased their dominion, though they did not worship him. Finally, he explains what is to be accounted the true happiness of the Christian emperors.
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Ejercicios sobre el perdon, 44
LA MEMORIA Y LOS RECUERDOS: El tema de la sanación interior es muy largo y uno no se sana de una sola vez. Mucha gente piensa que está en paz, pero en su memoria hay guardadas una cantidad de heridas que necesitan ser sanadas mediante el perdón. Este tiene que llagar hasta las últimas fibras de nuestro ser, especialmente hasta la memoria y los recuerdos. Les invito, por tanto a iniciar una reflexión sobre este tema.
Cada persona es un mundo y su interior es tan complejo, que resulta difícil de esclarecer. Ha recibido, desde su concepción e infancia, gran cantidad de sensaciones tanto positivas como negativas. Todos llevamos en nuestro interior un mundo de experiencias, que a través de la vida hemos recibido, lo cual nos hace reaccionar de manera muy distinta. Para conseguir la mayor paz y felicidad en nuestro interior, necesitamos entrar dentro de nosotros mismos, para descubrir aquello que nos está haciendo daño. Es necesario, por lo mismo, buscar a Cristo, dejarnos amar y cubrir nuestra vida con su perdón. Es la única manera para poder perdonar, aunque, de pronto, sea un camino largo, pues las heridas afectivas son hondas y se infectan con facilidad. Por eso, necesitamos tener una vida de oración personal, prolongada, estar con Jesús: media hora, un ahora, según el crecimientote espiritual de cada uno. Ser sanados, poder perdonar no se recibe como por encanto. Sólo el Señor nos sana. En la presente reflexión veremos el poder del perdón en la sanación de la memoria, que es el almacén de los RECUERDOS. Los recuerdos son la base para una vida emocional estable. El recuerdo es como la fotografía de un acontecimiento, feliz o desdichado, registrado en mi memoria.
El acontecimiento feliz queda registrado sin problemas y se convierte en parte integrante de mi vida. El Señor aprovecha los buenos acontecimientos de la vida para sanar en nosotros lo que ha sido herido. El acontecimiento desdichado plantea problemas, porque, cuando fue registrado en mi memoria, hirió mi afectividad. El recuerdo de esta herida, que siempre es signo de una falta de amor o de una frustración, se convierte en un veneno que se infiltra en nuestro ser enfermándolo.
Una mirada al ateismo contemporaneo
La discusión de temas y problemas intraeclesiales nunca debería ocultar el hecho de que los grandes desafíos siguen estando todavía “afuera.” Ya se quiera hablar de “izquierda” o “derecha” entre creyentes, quizás es signo de cierta vitalidad que haya qué discutir, en la medida en que ello muestra que hay a quién le importe la fe, la Iglesia, el Evangelio, los sacramentos. Mientras llevamos adelante esas conversaciones, que sin duda son importantes, jamás perdamos de vista que podríamos estar en la condición de habitantes de una pequeña isla que se olvida del océano de indiferencia e incredulidad creciente que los rodea y desea devorarlos.
Hace poco encontré un post en cierto blog con una antología de frases famosas de ateos. Nombres populares asoman allí de inmediato: George Bernard Shaw, Isaac Asimov, Mark Twain, Friedrich Nietzsche, y junto a ellos otros menos conocidos, a lo menos por mí: Richard A. Weatherwax, Dan Fouts, y otros. Las figuras de cierta intelectualidad contemporánea no pueden faltar; en concreto, Richard Dawkins. No pocos aparecen con autor desconocido. Los textos están todos en inglés, lo cual obviamente privilegia los modelo de ateísmo de raigambre anglosajana.
Para los propósitos de este post voy a seguir la numeración del artículo en cuestión; las traducciones son responsabilidad mía.
131. Dios en su Imagen
131.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
131.2. Toda la economía depende finalmente del campo; y todo en el campo depende finalmente de la tierra, de la lluvia y del sol: el agua, la luz y el suelo son el primer y más fundamental lenguaje de la cultura humana. Como una especie de milagro repetido, el aire y la luz, el agua y la tierra se vuelven hojas, flores, frutos; y también mariposas, ovejas, reses; y luego: músculos, carne y sangre; y finalmente: pensamientos, amores, anhelos, poesías y cantos.
Complejidades del asunto del “habito habitual”
La cacofónica expresión “hábito habitual” destaca en su repetición la paradoja del hábito de los religiosos (y religiosas) en nuestro tiempo. Por su misma designación, el “hábito” debería ser el vestido “habitual.” En el caso, por ejemplo, de nosotros los dominicos, ello implica el uso de la túnica, sujetada con cinturón y con un rosario; más el escapulario y la capucha. Nuestras Constituciones consideran que ese es el vestido natural (o sea, habitual) dentro del convento, mientras que para uso fuera del convento se supone que el Provincial debe decidir qué se hace, “respetando las leyes eclesiásticas.” (véase LCO 50 y 51).
A su vez, estas leyes eclesiásticas tienen su base ante todo en el canon 284 del Código de Derecho Canónico (CIC): “Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar.” Para los religiosos, específicamente leemos: “669 § 1. Los religiosos deben llevar el hábito de su instituto, hecho de acuerdo con la norma del derecho propio, como signo de su consagración y testimonio de pobreza. § 2. Los religiosos clérigos de un instituto que no tengan hábito propio, usarán el traje clerical, conforme a la norma del c. 284.“
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The City of God, book 4 of 22
Book 4 – In this book it is proved that the extent and long duration of the Roman empire is to be ascribed, not to Jove or the gods of the heathen, to whom individually scarce even single things and the very basest functions were believed to be entrusted, but to the one true God, the author of felicity, by whose power and judgment earthly kingdoms are founded and maintained.
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