133.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
133.2. Mientras que, para el mundo, obedecer es humillarse, porque supone estar “bajo” la potestad o el querer de otro, en el pensamiento y las disposiciones de Dios obedecer es el único camino que te lleva genuinamente “más allá” o “por encima” de ti mismo. El tamaño de quien no obedece a nadie es lo que alcancen a ver sus ojos y lo que puedan lograr sus brazos. El alcance de quien sabe obedecer es tan grande como la mirada de aquel a quien obedece, y su fuerza es tan grande como la de aquel cuya dirección sigue.