SANACIÓN POR LA CRUZ
Vamos a reflexionar sobre un elemento humano, una fuerza terrible que se opone y resiste al plan de Dios, a su amor. Es una enfermedad hereditaria que es sanada por la muerte de Jesús en la cruz. Esta enfermedad es el egoísmo, alimentado por el orgullo, que nos llevan a centrarnos en nosotros mismos, no importarnos los demás y convertirnos así en el centro del universo. Todo tipo de injusticia, odio, guerra, violencia están motivados por un egoísmo y un orgullo exagerados. Por la propia experiencia podemos afirmar que muchas enfermedades físicas son originadas por nuestro egoísmo. Cuántas úlceras, depresiones, tensones, dolores de cabeza, gastritis y otro tipo de dolencia brotan en nosotros debido a nuestro egoísmo.
El egoísmo: El egoísmo, que nos lleva a buscar la seguridad en nosotros mismo, tratando de ser el centro del universo, es un cáncer que va destruyendo completamente a quien lo padece. El egoísta no sabe darse, porque a nadie ama, ni siquiera a sí mismo. No puede ver a lo lejos, por eso nunca se fija en los otros, sino para sacar provecho de ellos. Sólo se ve, se escucha, se sirve a sí mismo y a sus intereses personales. La gratitud no existe en el corazón del egoísta. Más aún, el egoísmo es el causante de la miseria, adulterios, guerras, violencia que hay en el mundo, en la familia del egoísta y aún dentro de sí mismo.


Les invito a reflexionar sobre un tema fundamental para quien ha sido herido en su interior. Jesús vino a curar al hombre de sus pecados, de sus heridas y a darle vida en abundancia: “¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ellas llegasen a olvidar, Yo nunca te olvido. Míralo, te tengo tatuado en la palma de mis manos” (Is 49,15-16). Dios-amor se preocupa de nosotros, de nuestra salud corporal o física y espiritual o interior. Cuida de nosotros mejor que una madre cuida de su hijo pequeño. El tema de la sanación interior es un tema central en el ministerio de Jesús, poco manejado hoy por nuestra pastoral. Jesús ha venido a sanar los corazones destrozados por el desamor y nos ofrece un corazón nuevo. Necesitamos ponernos en contacto con el poder sanador de Jesús, que nos quiere completamente sanos.
To mark the 2000th anniversary of the apostle St. Paul’s birth, our well-loved pope Benedict has decided to celebrate the “Year of St. Paul,” starting next June 28th, 2008. An extensive quotation from a catechesis of his, given in Octuber, 2006, is a fitting introduction to this great opportunity we all share: