El Resentimiento
Vamos a reflexionar sobre otro sentimiento negativo que nos hace padecer mucho. Muchas personas sufren porque viven en permanente resentimiento: siente y sienten y vuelven a sentir, a resucitar el sentimiento negativo, la experiencia negativa que han tenido. Es el caso de muchos divorciados. Viven presos del pasado y esto hace que la vide se les estanque experimentando situaciones de ánimo invivibles. Vivir resentidos, aunque sea inconscientemente, exige mucho gasto de energía que mantiene a la persona en un estrés constante. El estrés causado por el resentimiento ataca eventualmente el sistema inmunológico, dando lugar a enfermedades tales como artritis, arteriosclerosis, enfermedades cardiovasculares, diabetes, etc. Por eso, entre las mejores estrategias de defensa contra los efectos del resentimiento se recomienda la práctica diaria del perdón.
Los sentimientos no deben gobernarnos, sino nosotros a ellos. Nuestros sentimientos positivos deben ser alimentados y desarrollados y los negativos deben ser vigilados y controlados para la construcción integral de una personalidad bien formada. Siempre existirá alguien o algo que te hará daño. Darte cuenta de que vas por la vía del resentimiento es una oportunidad para preguntarte ¿cuánto tiempo quiero seguir por este camino?, pues el amor no puede ser limpio y puro cuando el corazón esta lleno de rocas que cansan el alma. El resentimiento provoca en ti cansancio, pues nunca llegas a ningún lado, te quedas atrapado dentro del laberinto. Busca la puerta: amor o resentimiento. Debes elegir una sola salida. Víctor Emil Frankl, fundador de la Logoterapia, lo decía así: el ser humano es el que “elige”, es el que conforma su existencia… el ser humano es responsable de lo que hace, de lo que ama y de lo que sufre”.
¿Qué es el Resentimiento?: El resentimiento es un sentimiento natural, pero venenoso, producido por el rencor. Todos, quien más quién menos, lo hemos sentido. De hecho, en algunas ocasiones, el resentimiento -positivamente manejado- puede ser útil, por ejemplo, cuando provoca que una persona se levante y actúe en forma positiva, sin embargo, lo que generalmente ocurre con los adictos es que manejan el resentimiento negativamente lo cual empeora su situación. Si el rencor es un pariente cercano de la ira, el resentimiento no se queda atrás.
Alguien ha dicho que el resentimiento es un dolor bajito, que duele más, mientras más escondido se encuentra. No es un trueno, es un golpe. Es como un dolor anestesiado; como una espina sin remachar, un cristal con astillas. Es un residuo de odio pegado al corazón, un pedazo enfermo, que te va envenenando la vida. ¡Deséchalo de tu corazón! Arráncalo de raíz…Detéctalo a tiempo y límpiate por dentro. Quita esa aldaba que te tiene cerrada la puerta de Dios, que no te deja ver más alto, que pesa sobre tus alas, sin dejarte volar. Sólo así podrás ser libre, ser feliz y merecer para ti el perdón y tu salvación.
El alacrán del resentimiento: El escorpión, llamado también alacrán, es un arácnido de vida nocturna, que pasa el día oculto bajo las piedras y por la noche sale a cazar. Su característica más llamativa es el agudo aguijón en que termina su cola. Este aguijón está provisto de una glándula venenosa y cada vez que pica segrega una ponzoña tóxica con la que suele destruir o dañar a sus víctimas. Se dice que cuando el escorpión no logra picar a su víctima, se clava a sí mismo su venenoso aguijón provocando su muerte. A veces los seres humanos, que no han tenido la posibilidad de liberarse de sus resentimientos, se comportan de una manera similar a estos arácnidos y, la persistencia de sus resentimientos los hace caer en una crónica amargura existencial, que podemos llamar el “escorpión amargado”. El resentido vaga por el mundo como escorpión: envenena todo, y cuando su aguijón falla en su intento de agredir, se pica a sí mismo provocando su propia destrucción.
El resentimiento lleva a quien está resentido por un laberinto de estados emocionales, tales como: amargura, hostilidad, ganas de venganza, indignación, ira, enojo, fastidio, irritación, insatisfacción, rencor, mala voluntad, celos, envidia, susceptibilidad, comportamiento defensivo y acusador del que se siente herido. Paralizado por todas estas emociones tóxicas el rencoroso se vuelve incapaz de olvidar. No encuentra salida hacia la verdad del ser, hacia el amor, la calma, la paciencia y la misericordia. Y saber que ninguno de nosotros estamos hechos para el rencor y el odio.
Psicología del resentido: El resentimiento provoca amargura y la amargura impide la plenitud de vida. Resentimiento quiere decir volver a sentir. El resentido está atrapado en ese sufrimiento psicológico que provoca el rencor. El resentido sigue sintiendo esa desagradable sensación porque de alguna manera se mantiene encadenado al recuerdo. Está atrapado. No puede salir.
El resentido está anclado en el pasado. La situación que generó el resentimiento queda guardada en su memoria emocional y, cada vez que evoca, en su interrelación con otras personas a lo largo de su vida situaciones semejantes, vuelve a sentir (re-sentimiento) el dolor psicológico de la primera experiencia, repitiendo lo ocurrido una y otra vez en su mente. Al repetir esto durante mucho tiempo, el resentimiento se alimenta solo y el resultado es que el resentido se envuelve en la autoconmiseración. Lo anterior hace que el resentimiento se vuelva la fuerza propulsora de sus vidas; una fuerza muy negativa que convierte al resentido en ese escorpión que va emponzoñando a todo el que se le acerca y que finalmente termina destruido por su propio veneno.
Hay resentidos famosos en la historia que hicieron de su resentimiento la fuerza propulsora de sus vidas. Tal es el caso de Adolfo Hitler, que con su resentimiento ancestral hacia los judíos desencadenó el terrible holocausto; o el reciente caso del terrorista saudita Osama Bin Laden que tanta destrucción ha provocado con su rencor hacia los estadounidenses.
Cuando te encuentres resentido contra alguien o contra algo, ese alguien o algo está controlando tu vida. Tu resentimiento ocupa todo tu tiempo y energía y no deja espacio para el desarrollo de tu salud mental y espiritual. “El resentimiento es el ofensor número uno. Destruye más gente que cualquier otra cosa, de esto se derivan todas las formas de enfermedad espiritual”. El resentimiento alimenta el terrorismo.
“Es evidente que una vida en la que hay resentimientos profundos sólo conduce al vacío, a la infelicidad y a la destrucción. En el grado exacto en que permitamos que esto ocurra, malgastamos más horas de nuestra vida que pudieron haber sido algo que valiera la pena.
El resentimiento nubla la razón: El resentimiento es una forma sutil del afán de venganza, de saber que el otro logra, precisamente, lo que uno no ha podido obtener. El resentido vive amargado y le amarga la vida a los demás. Alimenta sus rencores y su resentimiento, y siembra insatisfacción e infelicidad en quienes le rodean. Sus comentarios son agrios y negativos, no es capaz de ver nada bueno en los demás, se va encerrando en sí mismo y va perdiendo la capacidad de razonar y la capacidad de amar.
En una especie de desquite se alegra por el daño ajeno. Le satisfacen los males y las desgracias que se ciernen sobre los otros, y si estos males caen sobre aquellas personas contra las que está resentido, lo considera una especie de triunfo, una nivelación con los demás, realizada por el destino. “Toda alegría por el daño ajeno depende de un resentimiento consciente o inconsciente y es una emoción que proviene del impulso de querer vengarse.
¿Hacia quién se tienen resentimientos?: Uno puede estar resentido con personas, que pueden ser miembros de la familia u otros individuos. Podemos tener resentimientos muy antiguos o más actuales. También podemos estar resentidos con personas vivas o con quienes ya murieron, contra instituciones: gobierno, policía, guerrilla, políticos, escuelas, la iglesia, las empresas trasnacionales, el ejército, etc.
También se puede estar resentido contra ciertos principios: leyes, códigos morales, los diez mandamientos, las reglas de la moda, el reglamento de tránsito, las obligaciones fiscales, entre otros. Es importante la identificación de los resentimientos, por ello se recomienda a todos los adictos al resentimiento que hagan una lista cuidadosa de las personas, instituciones y principios con los que están resentidos.
Manejo del resentimiento: Ha que trabajar los conflictos psicológicos con otras personas, con mente abierta, honestidad, constancia y humildad. Nuestras reacciones, la valoración de nosotros mismos o de los demás, puede nublarse por el resentimiento; nos quita capacidad para juzgar con objetividad (a nosotros mismos y a los otros). El resentimiento hace que nos creamos víctimas del destino: no podemos comprender cómo otros consiguen, con aparente facilidad, lo que nosotros no logramos aun a costa de tanto trabajo. Surgen así sentimientos de envidia, celos, disgusto, y con ellos, el deseo de vengarse de los más afortunados.