88.1. La luz aparece como la primera de las creaturas de Dios (Gén 1,3). No se trata, desde luego, de aquella luz que conocen tus ojos, sino más bien de aquella que, significada por la que ven tus ojos, está tan próxima a la Palabra Divina que penetra, como ella, las obras todas de la creación.
88.2. Esa luz inicial indica que nada en la obra divina es en sí mismo impenetrable o completamente denso. Es la luz que está antes y más allá de los días y las noches; antes y más allá de los actos morales de los Ángeles y de los hombres. Semejante luz es “separada” de la oscuridad. A pesar de lo que parece indicar el texto bíblico (Gén 1,5), no debes pensar que este nombre de “noche” que recibe lo que no es o no pertenece a la luz se corresponde con una parte de la creación, es decir, de lo creado.