63.1. Si sucediera en el mundo un diluvio que todo lo anegara, pero no como aquel diluvio de que te habla la Escritura (Gén 6,13-22), que llenó de muerte, sino un diluvio de sensatez y de sabiduría, muchas cosas cambiarían en la raza humana. Una de ellas, tal vez la primera, sería la manera de orar.
63.2. ¿En qué estriba la sabiduría en la oración? Ciertamente no ha de faltar esta cualidad en el ejercicio más perfecto y completo del alma humana. La oración no ha de ser sólo confiada, humilde y perseverante: es preciso que sea también sabia. Escucha, por ejemplo, lo que te dice Dios por boca del profeta: «Procurad el bien de la ciudad a donde os he deportado y orad por ella a Yahveh, porque su bien será el vuestro» (Jer 29,7).