61.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
61.2. Muchas veces te he visto meditar sobre aquel extraño pasaje del libro de los Jueces, allí donde el Ángel se negó a dar su nombre: «Manóaj dijo entonces al Ángel de Yahveh: “Permítenos retenerte y prepararte un cabrito.” Pero el Ángel de Yahveh dijo a Manóaj: “Aunque me obligues a quedarme no probaré tu comida. Pero si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahveh.” Porque Manóaj no sabía que era el Ángel de Yahveh. Manóaj dijo entonces al Ángel de Yahveh: “¿Cuál es tu nombre para que, cuando se cumpla tu palabra, te podamos honrar?” El Ángel de Yahveh le respondió: “¿Por qué me preguntas el nombre, si es maravilloso?”» (Jue 13,15-18).
61.3. De este texto puedes aprender varias cosas. Puesto que el Señor había ya revelado su nombre de Yahveh (cf. Éx 6,2-3), y el Ángel no dice su nombre, no hay manera de decir, como algunos dicen, que el Ángel era sólo un modo de hablar del mismo Yahveh o de sus potencias o demás atributos.
61.4. Además, fíjate cómo el Ángel dice: “Aunque me obligues a quedarme no probaré tu comida. Pero si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahveh.” Desde luego que él distingue entre sí mismo y Yahveh. Y finalmente, si él fuera el mismo Yahveh, ¿por qué rechazaría el tributo de honra que le ofrecía Manóaj?
61.5. Deduce de esta sencilla explicación, por una parte, cuán intensa es la unión que hay entre los Santos Ángeles y Dios mismo, al punto que el ser humano, rebasado por la majestad angélica, más de una vez ha querido adorar a los Ángeles mismos (cf. Ap 19,10; 22,8-9). Por otra parte, mira cómo la Escritura es clara en la distinción entre los enviados, o sea, los Ángeles, y quien los envía, es decir, Dios.
61.6. Cuando esta distinción corre peligro, el Ángel se abstiene de dar su nombre, como en el ejemplo de la historia de Manóaj, padre de Sansón. Lleno de admiración y gratitud, este rústico hombre se dispone a honrar al Ángel que ha marcado una señal indeleble y una transformación palpable en su vida y en la de su familia. Puesto que hay riesgo para la gloria de Dios, no hay lugar a nombres (cf. Gén 32,30).
61.7. Además, los nombres son necesarios allí donde hay confusión entre varias realidades semejantes. Dais nombres a las personas, pero luego se los retiráis, cuando no hay riesgo de confusión. Mira, por ejemplo, lo que pasa en una hermosa pareja. Cuando él supo de ella, supo el nombre de ella, y así la llamó por un tiempo. Pero después le da un nuevo nombre que ya no es para identificarla entre todas las mujeres, sino para describir de algún modo lo que ella ha hecho y ha significado en la vida de él.
61.8. Si, digamos por caso, ella se llamaba “María,” él ya no le dice así, sino “mi vida,” “mi amor,” “mi corazón.” Estas cariñosas expresiones ya no son exactamente “nombres” sino alusiones a la historia de afectos que les ha unido. En la intimidad de su amor la pareja ya no necesita de aquellos nombres externos, que equivalen a los vestidos para el cuerpo. Despojados de sus trajes y de sus nombres, con la desnudez de sus cuerpos y de sus almas se gozan en la belleza de la historia que han construido y vivido juntos.
61.9. En el Cielo, cuando contemplamos y alabamos a Dios, no hay necesidad de enunciar propiamente su Nombre, por dos razones: primera, porque es Él mismo quien se pronuncia en la eterna procesión de su Hijo y Palabra eterna; segunda, porque cualquier nombre “puesto” por nosotros, distinto entonces de la Palabra que Él dice de sí mismo, no ayudaría sino estorbaría a la unión inmediata, directa y perfecta entre Él y nosotros.
61.10. Así sucede o debe suceder entre tú y yo. Recordarás que hace años sentiste en tu corazón un nombre, alguna vez que te unías en oración a mí. ¿Es ese mi nombre? Pregúntate dos cosas: primera, ¿hay posibilidad de confusión entre otro ser, visible o invisible, y yo?; segunda, ¿hay riesgo para la gloria de Dios en la invocación de un nombre distinto a lo que has conocido de Dios y de su amor?
61.11. Suponiendo que lograras vencer el obstáculo a que alude la segunda pregunta, estarás de acuerdo conmigo en que no hay riesgo alguno de confusión, y que por tanto ningún nombre particular hace falta para mí. Sí puedes, en cambio, y hará bien para consuelo de tu alma, forjar una expresión de gratitud y amor, como aquellas que te dije que utilizan las parejas de enamorados o también los buenos amigos. Una voz así te sirve a ti, porque te recuerda de continuo que he estado junto a ti, como enviado de tu Dios y Señor.
61.12. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.
61.13. Como eres persona inquieta, ya escucho tu pregunta: “¿Y si esto es así, por qué hay nombres de Ángeles en la Biblia?” Ya te dije en otra ocasión que no desprecio tus preguntas, cuando son señales de hambre por la Verdad y van acompañadas de humildad y adoración.
61.14. Quiso el Espíritu Santo que aquellos Ángeles fueran nombrados así expresamente por varias razones, pero la más importante es para que entendierais que se trataba de varias intervenciones o acciones del mismo Ángel. Así ves que Rafael interviene muchas veces en el libro de Tobías; Gabriel es nombrado en el libro de Daniel (Dan 8,16; 9,21) y en el Evangelio de Lucas (Lc 1,19.26); y Miguel es mencionado en Dan 10,21; 12,1; Judas 9 y Ap 12,7. ¡Aunque también se habla de él en Éx 14,19; 23,20-23; 32,34; 33,2!
61.15. El modo más natural y sencillo de revelaros la realidad personal de los Ángeles y de mostraros su cercanía no sólo para un momento, sino como custodios vuestros, era este que escogió el Espíritu Santo: indicar algunos nombres pletóricos de sentido, como son los de Miguel, Gabriel y Rafael. Están en número suficiente para que tengáis alguna entrada al misterio de los Ángeles, sin ser de tal número que engendren confusión o arrebaten algo a la gloria de Dios. ¡Él derrame toda bendición sobre ti, amigo mío!
61.16. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.
Hola: La Identidad es algo que trasciende al Nombre por lo tanto este se torna secundario o superado. Vale complementar, recordando la existencia de Suplantación de identidad y la manera cauta mediante la cual podemos afrontar tal riesgo.
En Internet se presenta el problema del Phishing y los expertos generan ‘antÃdotos’ o ‘anticuerpos’ asà como alertas y pautas de prevension.
Cuan interesante es la existencia y cuanto hemos de enfocarnos para hacerla digna y plurimodal!. Gracias..