El capitulo 20 del Evangelio según San Juan, nos dice que Jesús sopló sobre los apóstoles y en aquella ocasión les dijo que recibieran el Espíritu Santo, de hecho, ligó esa donación del Espíritu, esa efusión del Espíritu con el perdón de los pecados, porque fue ahí cuando les dijo: “A los que les perdonéis, los pecados les quedan perdonados”. Pero luego en el capítulo segundo de los Hechos de los Apóstoles se cuenta que siendo la fiesta de Pentecostés, hubo una manifestación poderosa en forma de viento y luego unas llamas como de fuego y dice la Escritura que estos apóstoles quedaron llenos del Espíritu Santo.
Si lo pensamos un poco mas, hubo también otra acción y seguramente otras mas, otra acción del Espíritu Santo por esos mismos días, es decir, entre la Resurrección y la fiesta de Pentecostés, porque cuando estaban los discípulos de Emaús desanimados y ya yéndose de Jerusalén, dice san Lucas, cap. 24, que Jesús les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. Es evidente que ahí sucede como una iluminación de ellos, que vuelven con alegría al grupo de creyentes, a la comunidad cristiana, y dicen: “Es verdad, el Señor ha resucitado” y también los de allá cuentan: “Es verdad el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón”.
Todo esto sirve para que veamos la acción del Espíritu Santo de una manera como más integral, de hecho, ese mismo espíritu ya estaba obrando en el Antiguo Testamento. Recordemos que en el credo largo, el nicenoconstantinopolitano, nosotros decimos que el Espíritu Santo habló por los profetas; recordemos también que en el capitulo segundo del Evangelio de Lucas, cuando llevan a Jesús para presentarlo en el templo de Jerusalén, Lucas dice que el anciano Simeón, que estaba esperando la consolación de Israel, tomó al niño, lo levantó, y lleno del Espíritu Santo dijo: “Ahora Señor según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz.” Y si uno busca en una concordancia, sea impresa, o electrónica o en Internet, uno se da cuenta que especialmente en el evangelio de Lucas varias veces aparece la acción del Espíritu, y aparece gente llena del Espíritu, como Isabel cuando recibe el saludo de la Virgen. Es decir, que la donación del Espíritu Santo está en íntima, profunda, e inseparable relación con el ministerio de Jesucristo, con la vida del verbo de Dios hecho carne, y sin embargo, es una relación muy integral, que cobija muchas mas cosas y no solamente el día de Pentecostés. Podemos decir que Pentecostés fue el gran acontecimiento, sin duda, y la razón es que la gran transformación dentro de los apóstoles viene con Pentecostés porque fue Pentecostés el que vino a romper esa barrera de miedo que ellos podían tener y quien les dio el vigor definitivo y la sabiduría imbatible que vino a constituir como el comienzo de la Iglesia cristiana como tal.
En resumen, el acontecimiento fundamental sigue siendo Pentecostés, en el que está muy presente en la oración de María, junto con otros discípulos pero muy claramente la de ella: ese es el acontecimiento fundamental; pero la acción del Espíritu no se limita a este punto sino que es algo que acompaña la vida de Jesús, algo que está de algún modo precediendo y también escoltando la presencia de Jesús en nuestra tierra, en nuestra vida. Demos gracias por este don del Espíritu, y conceda Dios que nosotros podamos siempre ser guiados por ese Espíritu, en particular si recordamos las palabras de Cristo, porque él mismo dijo que el Espíritu Santo “nos iba a guiar hasta la verdad completa.”