Ariel Sheinerman (luego cambiaría su apellido por Sharon) nació en 1928 en la comunidad agrícola de Kfar Mlal, y con sólo 14 años de edad se alistó en la organización guerrillera (¿o terrorista?) Haganá, para luchar contra el mandato británico en Palestina. Desde entonces ha participado en todos y cada uno de los conflictos en los que se ha visto envuelto Israel desde su fundación.
Su condición de “halcón” se demostró desde bien pronto. Tras luchar en la Guerra Árabe-Israelí de 1948, en la que fue herido, en 1953 formó el Comando Especial 101, encargado de dirigir duras represalias contra la población palestina. Retirado del Ejército en 1972, fue llamado a filas un año después, durante la Guerra del Yom Kippur. Allí tuvo una participación decisiva cruzando el Sinaí al frente de una división blindada.
No ha dudado en emplear cualquier método para defender el Estado de Israel y expandirlo. Vinculado a organizaciones políticas de derecha, Ariel Sharon ha dedicado su vida política a conseguir afianzar los asentamientos y colonias judías en los territorios ocupados. También ha trabajado para facilitar la vuelta de los judíos de todo el mundo al hogar nacional de Israel. Si para ello se ha tenido que expulsar a los palestinos de sus tierras o sus casas no ha tenido inconveniente alguno en hacerlo.
Viudo y con dos hijos, Ariel Sharon es uno de los grandes hacendados de Israel. Amante de los gestos provocativos, tiene una casa en el centro del Jerusalén ocupado, con la bandera israelí en el balcón y la menorah (candelabro judío de siete brazos) en el tejado, bien visible. Sólo visita el inmueble para festejar el Día de Jerusalén.
La demostración de hasta dónde era capaz de llegar Sharon llegó en 1982. Siendo ministro de Defensa tuvo lugar la invasión de Líbano por parte del Ejército israelí. Tras rodear los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila, los israelíes dejaron entrar a las milicias cristianas libanesas que perpetraron una matanza que costó la vida a entre 800 y 2.000 civiles. Ariel Sharon había declarado previamente que en dichos campamentos sólo había terroristas. Una comisión de investigación israelí determinó que Sharon había sido “responsable indirecto” de la masacre.
Poco o nada dispuesto a la negociación, dio la puntilla al proceso de paz iniciado en Madrid en 1991 con otra provocación, el paseo por la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén en septiembre de 2000, que provocó la segunda Intifada. Desde entonces han muerto más de mil personas. Hay quien piensa que la llegada al poder vuelve pragmáticas a las personas. Sin embargo, el caso de Ariel Sharon ha demostrado lo contrario una vez que fue elegido primer ministro en 2001. Ha continuado firme en su imagen de dureza y poco dispuesto al diálogo, apostando por la fuerza militar israelí como método para asegurar la supervivencia de Israel, a cualquier precio.