Hace algunos días le escribí sobre una inquietud que tengo acerca de la profesión, si así es como se llama, de la sofrología, pues tengo una amiga que dice ser sofróloga, pero deseo ante todo saber si esto está de alguna manera conectado con la Nueva era, pues estas cosas cuando uno no las conoce bien puede caer en errores, y yo no deseo caer en juzgar algo antes de conocerlo, pues la verdad me inquieta esta profesional. No me gusta lo que comunmente llamamos revueltos: o somos católicos o no lo somos. Agradezco, estimado Fray Nelson su respuesta. -Ma. M. de S.
De acuerdo con un portal de Internet la sofrología “es una disciplina científica, que busca el desarrollo del potencial del ser humano. Investiga mecanismos, técnicas y métodos para generar armonía y sinergia entre los diferentes elementos que lo constituyen. Y estudia la consciencia humana, así como los mecanismos susceptibles de modificarla con una utilidad terapéutica o profiláctica.”
Etimológicamente, según sus seguidores, equivale a “ciencia que estudia como lograr SOS (sinergia-armonía) en el PHREN (sistema humano compuesto de Pensamiento, Sentimiento, Instinto, Cuerpo, Familia, Trabajo, Sociedad, Naturaleza y Dios).”
No suena nada mal. Sin embargo, bien escribe Isabel Vidal de Tenreiro sobre este tema, y a ella le cedemos la palabra para lo que sigue.
En el Control Mental Silva y en algunos cursos de “Sofrología”, por ejemplo, hay cosas que se enseñan que son inocuas y a la vez útiles, como pueden ser las reglas nemotécnicas para aumentar la capacidad de memoria, ejercicios para aumentar la inteligencia o para facilitar el aprendizaje. El problema es que estos cursos no se quedan allí, sino que pretenden desarrollar otras facultades, como puede ser, por ejemplo, la telepatía.
En el libro pro-New Age titulado “Nueva Era” (Eileen Campbell y J.H. Brennan), el cual pretende ser un manual guía para todo lo concerniente a la próxima “Era de Acuario”, se dice esto del Control Mental Silva: “su sistema… guarda semejanzas con algunas técnicas esotéricas… pero se presentan con naturalidad, en una manera no mística, lo que les merece una gran consideración por parte del público”.
Es el mismo engaño de la “Meditación Trascendental” y, como veremos más adelante, de los Cursos de Curación por la llamada “Energía Universal”: presentar un método esotérico o religioso pagano disfrazado de científico para que tenga aceptación.
En cuanto al “Poder Mental” propiamente, éste pretende ser una facultad de la mente humana para desarrollar en el hombre la posibilidad de lograr lo que anhela con tan solo desearlo, proponérselo y decretarlo. Se utilizan técnicas desarrolladas expresamente para ello, con el peligro de que el hombre vuelve a acariciar su deseo más antiguo (tener poderes), cayendo en la misma tentación de Adán y Eva (ser como dioses).
Cuando se promueve la idea de que tratamos de desarrollar esos poderes que supuestamente tenemos dentro, se está confundiendo un don de Dios, que es la voluntad dotada de libertad, con un tal “poder” que realmente no tenemos dentro, sino que es un engaño del demonio.
Así, Satanás tienta al hombre, pretendiendo hacer de él un ser auto-suficiente y poderoso, entre otras cosas, a través de técnicas de desarrollo de supuestos “poderes mentales”, prácticas conducentes a confundir al hombre y a tratar de llevarlo a “ser como dios”.
El hombre que cede a esta tentación de adquirir “poder” o “poderes” mediante cursos y técnicas, logrando así lo que desee, puede llegar a creer que no tiene límites (cfr. “The Sky is the Limit” de Wayne Dyer: el cielo, es decir, el infinito , es el límite). El hombre en esa actitud – puede irse olvidando de que es criatura dependiente de Dios, su Padre y Creador, y de que su camino en la tierra es buscar la Voluntad de Dios para sí, descubrir los deseos de Dios para su existencia, especialmente a través de la oración, para así llegar a su meta final: el Cielo prometido por nuestro Padre Dios a todos aquellos que hagan Su Voluntad en esta vida terrena.
Esta actitud de dependencia de Dios y de la búsqueda de Su Voluntad, esencial en la vida espiritual del cristiano, es muy distinto a lo que le propone Satanás a través de esos supuestos “poderes” de la mente: buscar sus propios deseos, buscar lo que cree merecer, proponérselo y decretarlo.