Pan para el camino de Cuaresma

Para nosotros los migrantes creyentes del Siglo XXI, que hemos salido de nuestro país a otros continentes, a otras culturas, que estamos “de camino”, la Sagrada Escritura es el mejor tesoro que podemos llevar con nosotros en nuestro Exodo. Ignorarla es ignorar a Jesucristo y conocerla es poderlo conocer a El. En cada página sagrada Dios Padre viene a nuestro encuentro y se goza dándonos a conocer el misterio de su hijo, y a su vez el Hijo nos va revelando el misterio de su Padre. La palabra de Dios es semejante a la luz que va orientando nuestros pasos:“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Salmo 119; o es también esa espada que nos hace vencedores en las luchas: “Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo.” Efesios 6:17; o es ese alimento espiritual que produce exquisito deleite: “Cuando me hablaba, yo devoraba tus palabras; ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón, porque yo te pertenezco, Señor y Dios todopoderoso.” Jeremías 15,16.

La Palabra es el verdadero alimento que nos permitirá avanzar como Abraham el nómada, hacia esa tierra que se nos ha prometido y que es nuestra patria verdadera. Ella se nos ofrece desde el cielo en esta Cuaresma. Hemos de acogerla y hacerla el pan que nos alimente en estos cuarenta días.

Cuando Jesús se retiró a la soledad del desierto, impulsado y lleno del Espíritu Santo, por la enorme responsabilidad y exigencia de la misión que debía cumplir, ayuna. Su ayuno no es una abstinencia impuesta, sino un ayuno asumido con total disponibilidad interior. Todos nosotros migrantes a los que se nos ha bendecido con el don maravilloso de la fe estamos siendo invitados a penetrar en el conocimiento de Dios, a disponernos también y a encontrar en la Palabra ese Pan con el que nuestro Padre quiere alimentar nuestro espíritu. Para vivir esta Cuaresma, cualquiera que sea el país y las circunstancias en donde nos encontremos, permitamos a Dios alimentarnos. Una manera de hacerlo puede ser leer cada semana, íntegramente alguno de los cuatro evangelios. Al terminar la Cuaresma los habremos leído todos y con la ayuda del Espíritu Santo nuestro ayuno será fructífero, habrá fortalecido nuestros pasos por los caminos del Exodo y nos pondrá en sintonía con la alegría de la Pascua.

Oración:

Padre, concédenos en esta cuaresma un amor ardiente por tu Palabra, permíte que ella sea el alimento que fortalezca nuestros pasos, que ella nos aparte de las tentaciones y de todo lo que quiera alejarnos de tí, que nos ayude a entender que somos posesión tuya y así podremos caminar por los caminos del EXODO actual siguiendo las huellas de Jesús, reconociendo con dolor nuestros pecados pero con la alegría y la certeza de la Pascua de Jesús resucitado. Amén

Por: Carolina Lizarazo