Para nosotros los migrantes creyentes del Siglo XXI, que hemos salido de nuestro país a otros continentes, a otras culturas, que estamos “de camino”, la Sagrada Escritura es el mejor tesoro que podemos llevar con nosotros en nuestro Exodo. Ignorarla es ignorar a Jesucristo y conocerla es poderlo conocer a El. En cada página sagrada Dios Padre viene a nuestro encuentro y se goza dándonos a conocer el misterio de su hijo, y a su vez el Hijo nos va revelando el misterio de su Padre. La palabra de Dios es semejante a la luz que va orientando nuestros pasos:“Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino” Salmo 119; o es también esa espada que nos hace vencedores en las luchas: “Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo.” Efesios 6:17; o es ese alimento espiritual que produce exquisito deleite: “Cuando me hablaba, yo devoraba tus palabras; ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón, porque yo te pertenezco, Señor y Dios todopoderoso.” Jeremías 15,16.