Se Vende Negocio

El dueño de un pequeño negocio, amigo del gran poeta Olavo Bilac, cierto día lo encontró en la calle y le dijo:

– Sr. Bilac, necesito vender mi negocio, que Ud. tan bien conoce. ¿Podría redactar el aviso para el diario?

Olavo Bilac tomó lápiz y papel y escribió: “Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas; va rodeada por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo. La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la baranda.”

Algunos meses después, el poeta se encontró con el comerciante y le preguntó si ya había vendido el lugar.

-No pensé más en eso, dijo el hombre. Después que leí el aviso me di cuenta de la maravilla que tenía.

A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos y vamos tras falsos tesoros. Debemos valorar mucho de lo que tenemos y que nos fue dado por Dios. Ahí están muchas veces nuestros verdaderos tesoros.

Sábado en la Mañana

Entre más envejezco, más disfruto de las mañanas de Sábado… Precisamente de un sábado… Tal vez es la quieta soledad que viene con ser el primero en levantarse, ó quizá el increíble gozo de no tener que ir al trabajo… de todas maneras, las primeras horas de un sábado son en extremo deleitosas.

Hace unas cuantas semanas, me dirigía hacia mi equipo de radioaficionado en el sótano de mi casa, con una humeante taza de café en una mano y el periódico en la otra. Lo que comenzó como una típica mañana de sábado, se convirtió en una de esas lecciones que la vida parece darnos de vez en cuando…

Déjenme contarles:

Sintonicé mi equipo de radio a la porción telefónica de mi banda, para entrar en una red de intercambio de sábado en la mañana. Después de un rato, me topé con un compañero que sonaba un tanto mayor. Él le estaba diciendo, a quien estuviese conversando con él, algo acerca de “unas mil canicas”. Quedé intrigado y me detuve para escuchar lo que tenía que decir:

“Bueno Tommy, de veras que parece que estás ocupado con tu trabajo. Estoy seguro de que te pagan bien, pero es una lástima que tengas que estar fuera de casa y lejos de tu familia tanto tiempo. Es difícil imaginar que un hombre joven tenga que trabajar sesenta horas a la semana para sobrevivir.

Continuó: “Déjame decirte algo, Tommy, algo que me ha ayudado a mantener una buena perspectiva sobre mis propias prioridades”… Y entonces fué cuando comenzó a explicar su teoría sobre unas “mil canicas”… Me senté un día e hice algo de aritmética. La persona promedio vive unos setenta y cinco años. Yo sé, algunos viven más y otros menos, pero en promedio, la gente vive unos setenta y cinco años”. Entonces, multipliqué 75 años por 52 semanas por año, y obtuve 3,900, que es el número de sábados que la persona promedio habrá de tener en toda su vida. Mantente conmigo, Tommy, que voy a la parte importante”… Me tomó hasta que casi tenía cincuenta y cinco años pensar todo esto en detalle”, continuó, ” y para ése entonces, con mis 55 años, ya había vivido más de dos mil ochocientos sábados!!! Me puse a pensar que si llegaba a los setenta y cinco años, sólo me quedarían unos mil sábados mas que disfrutar”… Así que fui a una tienda de juguetes y compré cada canica que tenían. Tuve que visitar tres tiendas para obtener 1,000 canicas. Las llevé a casa y las puse en una fuente de cristal transparente, junto a mi equipo de radioaficionado. Cada sábado a partir de entonces, he tomado una canica y la he tirado”.. “Descubrí que al observar cómo disminuían las canicas, me enfocaba más sobre las cosas verdaderamente importantes en la vida. No hay nada como ver cómo se te agota tu tiempo en la tierra, para ajustar y adaptar tus prioridades en esta vida”. Ahora déjame decirte una última cosa antes que nos desconectemos y lleve a mi bella esposa a desayunar. Esta mañana, saqué la última canica de la fuente de cristal… y entonces, me di cuenta de que si vivo hasta el próximo sábado, entonces me habrá sido dado un poquito más de tiempo, de vida… y si hay algo que todos podemos usar es un poco más de tiempo”. Me gustó conversar contigo, Tommy, espero que puedas estar más tiempo con tu familia y espero volver a encontrarnos aquí en la banda. Hasta pronto, se despide “el hombre de 75 años”. Cambio y fuera, ¡buen día!”…

Uno pudiera haber oído un alfiler caer en la banda cuando este amigo se desconectó. Creo que nos dió a todos, bastante sobre lo qué pensar. Yo había planeado trabajar en la antena aquella mañana, y luego iba a reunirme con unos cuantos radioaficionados para preparar la nueva circular del club… En vez de aquello, subí las escaleras y desperté a mi esposa con un beso. “Vamos, querida, te quiero llevar a ti y los muchachos a desayunar fuera”. “¿Qué pasa?” Preguntó sorprendida, “Oh, nada; es que no hemos pasado un sábado juntos con los muchachos en mucho tiempo. Por cierto, ¿pudiésemos parar en la tienda de juguetes mientras estamos fuera? Necesito comprar “algunas canicas”…

Nos acostumbramos a vivir en nuestra casa y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor. Y porque no tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera. Y porque no miramos para afuera luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas. Y porque no abrimos del todo las cortinas luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz. Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud. Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde. A tomar café corriendo porque estamos atrasados. A comer un sandwich porque no da tiempo para comer a gusto. A salir del trabajo porque ya es la tarde, A cenar rápido y dormir con el estómago pesado sin haber vivido el día. Nos acostumbramos a esperar el día entero y oír en el teléfono: “hoy no puedo ir”. A sonreír para las personas sin recibir una sonrisa de vuelta. A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos. Si el trabajo está duro, nos consolamos pensando en el fin de semana. Y peor aún, hacemos pesado nuestro trabajo, y a los demás, viviendo en las críticas destructivas y en la siembra de la discordia hablando negatividad y todavía sin argumento alguno. Y si el fin de semana no hay mucho que hacer vamos a dormir temprano y quedamos satisfechos porque siempre tenemos sueño atrasado. Nos acostumbramos a ahorrar vida. Que, de poco a poquito, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir. De disfrutar cada Sábado con intensidad…

Hay Regalos que no te Conviene Recibir

Era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo. Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:

-Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora.

El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado. El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:

-¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?

El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.

-Por supuesto que no. Contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.

-Bueno, prosiguió el profesor, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.

-No entiendo a qué se refiere. Dijo el alumno confundido.

-Muy sencillo, replicó el profesor, tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, mi amigo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad muchacho, concluyó el profesor en tono gentil, -tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa, yo no puedo controlar lo que tu llevas en tu corazón pero de mí depende lo que yo cargo en el mío. Cada día en todo momento, tu puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón y lo que elijas lo tendrás hasta que tu decidas cambiarlo. Es tan grande la libertad que nos da la vida que hasta tenemos la opción de amargarnos o ser felices.

Hablemos de neutralidad

La memoria tiene poder. A menudo–quiero decir, sin que falte una sola semana en todo el año–la televisión británica transmite algo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Una y otra vez se repiten escenas que dejan expuestas todas las mentiras del nazismo.

Una película semejante, aunque en otra clave, se proyecta secretamente en el inconsciente colectivo europeo. Esa película repite un mensaje fundamental: “la religión produce guerra; es mejor no tener religión.” La cosa funciona más sutilmente que en el caso nazi, por supuesto. Yo diría que si uno no está atento no percibe nada, pero es posible que un día uno de pronto note que durante meses y meses TODO lo que sale bajo el título de religión va unido a adjetivos como “fundamentalista,” “extremismo,” “intolerancia,” y otros parecidos.

A esta edad mía he llegado a convencerme que es inútil pedir neutralidad a los medios de comunicación. Un ejemplo típico es lo que trae el editorial de EL TIEMPO, de Colombia, para el día 8 de Enero de 2006:

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