Una cosa es la película y otra cosa es el relato. El relato viene de principios del siglo pasado, cuando menos; la película, en cambio, es edición 2005.
Sobre el relato como tal pueden comentarse varias cosas, buenas y no tan buenas.
- Se supone que quieren firlmar una película en uan isla desconocida, la Isla de la Calavera (Skull Island), a la que efectivamente llegan. Es la isla donde vive el gorila gigante, el Rey Kong, al cual los aborígenes rinden tributo y también sacrificios humanos. Comentario: llama la atención el modo como se presentan los aborígenes: violentos, crueles, incapaces de diálogo; el único modo de argumentar con ellos son las armas de fuego. ¿Algún parecido con la conquista de lo que hoy es Estados Unidos por parte de los hombres “blancos”? Esto no pertenece a la versión del 2005 sino que es parte del relato original.
- Interesante, en cambio, la relación entre la chica y el animal. Es ella quien vence, en realidad. La fuerza del gigante se pliega ante el poder de la bella, que no es poder sólo de un cuerpo bien formado, sino el poder del encanto, de la risa, del baile, del buen humor. Lo que domina al gorila no es la fuerza como tal, sino la belleza. En la versión de 2005 esa es la frase final: “A Kong no lo mataron esos aviones, sino la belleza.”
- Uno puede especular un poco más incluso, reconociendo una relación entre este gigante fuerte pero solitario y Adán en el paraíso. Ni siquiera tres dinosaurios descomunales logran doblegar a Kong: él es el rey. Pero es un rey solitario, que necesita rendirse ante alguien, y que por eos busca la belleza del atardecer y que se fascina ante la hermosura de la muchacha.
- En otro tono, es interesante la autocrítica que este relato supone, en cuanto a la sociedad comercializada y superficial de los Estados Unidos. Ávidos de novedades, consumidores de cosas extrañas, hábiles para comprar, vender, manipular. Aunque esto, si se piensa bien, no son los Estados Unidos, simplemente. Es más bien lo que la Biblia llama “el mundo,” lleno de vanidades y medias verdades, de vacío y de humo fatuo.
Desde estos otros ángulos creo que King Kong es un relato que merece ser conocido y reflexionado, y los papás harán bien en comentar cosas como las aquí dichas con sus hijos.