Padre Dios,
que a todos amaste
según la medida de tu infinita grandeza,
hoy reconozco que me amas;
hoy veo en ti mi origen
y la meta de mi vida entera.
Por eso,
por el amor que te es propio,
y propio de tu Hijo,
te suplico, Padre:
haz que yo de verdad te ame.