Heme aquí

Señor Jesús,

he aquí mi vida:

este soy yo,

así soy.

He aquí también tu vida,

que como sombra de paz

acompaña la mía.

Así eres tú: Luz de Luz,

Cristo Jesús.

Hoy entrego mis pecados

al poder de tu Sangre,

que purifica;

mis heridas,

al poder de tus llagas,

que traen salud;

mis recuerdos,

al poder de tu historia,

que salva;

mis sentimientos,

al poder de tu Sacro Corazón,

que ardiendo redime;

mis ideas,

al poder de tu pensamiento,

que domina el universo;

mi cuerpo,

al poder de tu Eucaristía,

que consagra lo creado;

mi vida,

al poder de tus Sacramentos,

que nacieron de la Pascua;

mi dolor,

al poder de tu muerte,

que vence a la muerte;

mis esperanzas,

al poder de tu Espíritu,

que alienta desde la Cruz;

mis tentaciones,

al poder de tu mirada,

que impera en el cosmos;

mi nada,

al poder de tu Cruz,

que todo lo restaura;

mi ser entero,

al poder de tu Resurrección,

que inaugura tu Reinado.

Señor Jesús,

hoy y por siempre,

tú eres el Señor y yo tu siervo;

tú la Vid y yo tu sarmiento;

tú el Unigénito y yo tu hermano;

tú, mi Camino y yo tu caminante;

tú mi futuro en la gloria

y yo tu pasado en la Cruz;

tú el Vencedor y yo tu trofeo;

tú el Crucificado

y yo la herida que amas;

tú eres el Resucitado

y yo soy contigo;

tú eres el que eres

y yo soy en ti.

Amén.