Para cada uno de nosotros
la vida es como un viaje.
Nacer es el comienzo de este viaje
y morir no es su final sino su destino.
Este es un viaje que nos lleva
de la juventud a la madurez;
de la ingenuidad al despertar;
de la ignorancia al conocimiento;
de la necedad a la sabiduría;
de la debilidad a la fortaleza, y muchas veces de vuelta;
de la ofensa al perdón;
del dolor a la compasión;
del temor a la fe;
del fracaso a la victoria, y de la victoria al fracaso,
hasta que llega un punto en que,
mirando atrás o hacia adelante,
entendemos que la victoria no consiste
en llegar a una cierta cumbre en el camino
sino en haber hecho el camino
con todas sus etapas.
(Adaptado de una antigua plegaria judía)