Hay historias muy tristes de abusos de poder o de abusos sexuales causados por sacerdotes o religiosas. Esas verdades, dolorosas como son, deben ser conocidas. Pero debe saberse también que hay muchas calumnias. Y sobre todo, debe saberse que incluso en lo más espeso del barro hay espacio para muestras de virtud cristiana de proporciones heroicas.
Lo que sigue es de la vida real. Aconteció aquí en Irlanda y lo que ofrezco es traducción de partes de The Irish Times del 2 de diciembre de 2005, página 3.
El calvario para la ex-religiosa Nora Wall terminó ayer cuando la Corte Penal de Apelaciones (Court of Criminal Appeal) declaró que se había cometido una injusticia al acusarla erróneamente de violación y asalto indecente a una niña, en el condado de Waterford. La Señorita Wall puede ahora demandar al estado por los perjuicios causados.
Después de enterarse que había una “debacle forense” que había conducido a la condena de la Señorita Wall, el juez Nicholas Kearns dijo que la corte de tres jueces consideraba que Wall “no debía esperar un momento más de lo necesario” para oír la decisión de la corte. Esta corte dará razones detalladas de su decisión posteriormente.
El juez dijo que se podía saber de la injusticia cometida a partir de nueva evidencia relativa a este caso, incluyendo el hecho de que una testigo clave, Patricia Phelan, admitió ante la policía y ante otra religiosa, la Hna. Mona Killeen, que ella había mentido en cuanto a haber presenciado que la Srta. Wall maniataba a una niña mientras un hombre la violaba.
Inmediatamente después de la decisión de la corte la Srta. Wall se acercó con su brazo extendido hacia la Srta. Phelan. En medio del llanto, Phelan lanzó sus brazos hacia ella y la abrazó. Phelan [admitió] que ella nunca presenció tal evento [la violación], que eso nunca sucedió, y que todo se lo inventó ella para desquitarse de la religiosa que alguna vez la había maltratado.
La Srta. Wall estaba condenada a prisión de por vida. Cuando la condena fue impuesta, el juez que la condenó describió el hecho como una violación en pandilla (gang rape). El hombre que fue falsamente condenado como consumador de la violación, un indigente y enfermo mental llamado Paul McCabe, fue condenado a 12 años de prisión y murió ya en la cárcel.
La niña supuestamente violada, Regina Walsh creó la historia del asalto y le pidió a su amiga Patricia que la apoyara. Cuando la denuncia se presentó en los tribunales, en Junio de 1999, el clima social era de gran sensibilidad en torno a los abusos en los internados regidos por Comunidades Religiosas. La Srta. Phelan reconoció que la ex-religiosa le dijo, ya en tiempos del juicio: “Yo no tengo nada contra ti.”