Algunos amigos me han preguntado por qué no he escrito nada sobre el reciente documento del Vaticano sobre la homosexualidad, o para ser más precisos, la Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las Órdenes sagradas, del 4 de noviembre de 2005, emitida por la Congregación para la Educación Católica y suscrita por el Papa Benedicto XVI.
La razón para mi silencio es muy sencilla: estoy de acuerdo con cada una de las palabras de la citada Instrucción, a la cual considero muy respetuosa con todos y muy clara sobre la mente de la Iglesia en esta materia tan importante.