Cuando derrame comida sobre mi ropa limpia y olvide cómo atar mis zapatos, por favor sé paciente y recuerda cuando eras niño. ¡Te enseñé tantas cosas! A atarte los cordones, a vestirte por tí solo, a peinarte y a comer con cuidado.
Pasé horas preciosas enseñándote mucho. Por eso te pido que si algún día llego a olvidar de qué estábamos hablando, tengas paciencia y me des todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde. Si no puedo hacerlo, no te burles de mi, tal vez no era importante y confórmate sólo con escucharme.