Es un dolor bajito… que duele más mientras más escondido lo tenías.
No es un trueno. Es un golpecito.
No es un aguacero. Es una llovizna.
No es una piedra. Es una pajita.
Es como un dolor anestesiado. Como la secuela de un golpe.
Como una lágrima sin secar. Como una espinita sin remachar.
Como un cristal con astillas. Un vaso hendido.
Un gemido sin voz.Es un poquito de lodo aposentado en el fondo.
Es un escurrimiento que fluye, tapando todas las válvulas del perdón.
Es un residuo de odio pegado al corazón.
Es un pedacito enfermo que te va envenenando la vida.
¡Deséchalo de tu corazón! Arráncalo de tu raíz!
Detéctalo a tiempo ! Y límpiate por dentro. Quita esa aldaba que te tiene cerrada la puerta de Dios.Que no te deja ver más alto. Que pesa sobre tus alas, sin dejarte volar.
Es la única manera que desde ahora puedes ser libre, puedas ser felíz y puedas merecer para tí el perdón y la salvación.
Digamos adiós a esa parte que yace en nosotros y que tanto daño nos hizo y nos hace y abramos la puerta a la vida.
Escucho la melodía! Me inunda la luz que emana de esa flor.