El 15 de Agosto de 1980, en presencia de dos padres dominicos que todavía viven, y de quienes he vivido y moriré agradecido, los reverendos Ernesto Mora y Luis F. Pardo, mientras celebrábamos la Eucaristía solemne en nuestro grupo de oración, con motivo de la fiesta de hoy, la Asunción de la Virgen María, quiso Dios llamarme por primera vez al camino del sacerdocio.