Las reflexiones de hace unos días sobre la inteligencia abren también el tema de sus límites y, en particular, la locura. Surge una serie de preguntas básicas: ¿Quién define las fronteras de lo que es normal? ¿Estamos todos un poco locos o temporalmente locos? ¿Qué causa la locura? ¿Qué debe considerarse ideal al respecto: controlar a los locos, aislarlos, curarlos, lograr que convivamos sin daño mutuo?