1. Muchos han dicho que es una persona intransigente. Se puede en cambio pensar que es alguien que goza de una extraña cualidad: fidelidad a sus principios. En un mundo donde todo parece seguir el dictado de la moda, la conveniencia, el gusto o la utilidad, quedan personas como Benedicto XVI, que nos recuerdan que hay valores profundos y permanentes.
2. Se puede pensar que es una persona “sin carisma.” O se puede ver que es alguien de temperamento reservado y de una cierta timidez natural. Alguien que precisamente nos preside después de haber demostrado mil veces la capacidad de posponerse. Una persona de origen humilde que ha sido conducida por la Providencia al cargo de mayor responsabilidad sobre esta tierra. La escogencia misma de su nombre habla de eso: de una bendición recibida, por una parte; y de la conciencia de ser “uno más” en la lista extensa de los siervos de Dios.
3. Alguien dirá que es demasiado intelectual. Se puede en cambio afirmar que es alguien que conoce las riquezas y la extensión de nuestra fe de una manera incomparable. Nuestro Papa Benedicto es uno que ha gastado literalmente su vida ahondando en la riqueza de Cristo y procurando con lo mejor de sus recursos que esa riqueza sea patente para todos en todas partes.
4. Los críticos lo mirarán como un policía de la fe. Se puede en cambio decir que Benedicto XVI es una persona que toma en serio la fe y que, como todo lo que uno ama, lo defiende. Podemos recorrer los documentos, entrevistas o libros de Josef Ratzinger para comprobar que él no gira en torno a sí mismo: gira en torno a un bien maravilloso que es de todos y para todos: la fe. Si esto significa algo precioso en nuestra vida, ya tenemos lo esencial para comprender el alma de nuestro Papa actual.
5. La prensa, en general, mira como un defecto suyo que no sabe negociar. Uno puede mirarlo de otro modo. Juan Pablo II no reunió las multitudes ofreciendo un Evangelio especialmente diluido para consumo de masas. ¿Realmente el mundo, y pienso especialmente en los jóvenes, necesitan que les rebajen y oscurezcan los ideales o que se los revelen con mayor claridad y fuerza?
6. Muchos arguyen que las divisiones y polarizaciones pueden aumentar en la Iglesia. Es una posibilidad real. Y sin embargo, no podemos olvidar que un cierto grado de confrontación espera a los cristianos por el sólo hecho de ser cristianos, pues el Señor mismo fue llamado “signo de contradicción” (Lucas 2,34) y luego él predicó que no recibir oposición es una señal de ser falso profeta (Lucas 6,26). Hemos de orar, por supuesto que sí, para que tales dificultades sucedan solamente por la búsqueda del mejor servicio a la causa de Cristo, y sobre todo, que puedan ser sanadas por la conversión, la reconciliación y la caridad.
7. Y bien, muchos encontrarán otros defectos en nuestro nuevo Papa. Reconocemos con gusto que no es un hombre perfecto. Pero en lenguaje cristiano, quien dice “imperfecto” dice “necesitado.” El Papa Benedicto ha sido el primero en reconocerlo. Ha pedido oración y se ha calificado de instrumento insuficiente. Es tarea nuestra entonces rodearlo de oración, afecto, diálogo y obediencia.