Ayer pude celebrar la Eucaristía en la Capilla de las Apariciones. Es la primera y única vez que podré hacerlo en este viaje. Fue bonito, por supuesto, pero un poco extraño porque me correspondió la misa en inglés de las tres y media de la tarde y literalmente había sólo dos personas que hablaban inglés, aunque la capilla en sí estaba llena de peregrinos. En cierto momento pensé que era inútil tratar de predicar algo para sólo dos personas, pero después me acordé que cuando celebré mi primera misa solo en Chiquinquirá, después de todos los festejos y agasajos de la ordenación sacerdotal (que fue en Bogotá), asistieron en gran total: dos personas. En ese entonces fue una misa con homilía para dos en español; ahora, misa para dos en inglés. Algo me querrá decir Dios…
El resto de la tarde me trajo otro regalo: una entrevista personal con el Padre F. Kondor, húngaro de nacimiento, pero con 50 años en Portugal. Este padre fue el postulador de la causa de beatificación y canonización de los Pastorcitos, Jacinta y Francisco. El hombre me regaló casi hora y media de su tiempo, me contó muchas cosas del proceso en Roma, sus entrevistas con el Papa, con la Hna. Lucía, con el Card. Hoffner, con el Card. Ratzinger. Toda una lección de amor a Dios a través de las vidas de todos ellos. Lo que más me quedo grabado fue que la afirmación de la santidad es algo que brota del pueblo de Dios y que es movido por el Espíritu desde el corazón de los fieles; muchas veces, los fieles más pobres y sencillos. Y yo sólo repito: Algo me querrá decir Dios…