Sé que hay algo grande allí donde la Santísima Virgen se hace presente. Sé que el mensaje no era solamente que rezáramos e hiciéramos penitencia. En el movimiento de retorno hacia Dios tenemos que descubrir que muchas cosas no están sucediendo como Dios lo ha querido. Nuestras ciudades y caminos están llenas de la presunción, la vanidad y la dureza de corazón, y de toda suerte de trampas para que nos atemos a las cosas creadas y no atendamos la voz del Creador. Fátima no es solamente un mensaje de conversión personal, sino una palabra vigorosa de transformación del mundo según el plan de Dios.
Pero esta transformación misma ha de hacerse según la manera de Dios. Quienes lideren el cambio de la humanidad no pueden hacerlo desde las actitudes que necesitamos corregir, es decir, la vanidad y el provecho propio. De lo que se trata, por el contrario, es de buscar a la manera de Dios cuál es la voluntad de Dios; y luego: obrar al estilo de Dios para que el mundo se aproxime sin cesar al plan de Dios.
En los CUATRO pasos requerimos de Dios:
1. Buscar según Dios, es decir, sin confiar demasiado en nuestros propios análisis, razones, sistemas teóricos, talentos o perspectivas artísticas.
2. Acoger de corazón el querer divino como lo que es mejor en sí mismo y también como aquello que nos hará mucho más felices de lo que podríamos imaginar.
3. Difundir a la manera de Dios este mensaje, sin pretender imponerlo por la fuerza de la simple autoridad, la eficacia de la propaganda, los artificios de la tecnología o la eficacia de nuestra persuasión. El camino es básicamente testimonial pero también implica el uso de cada oportunidad.
4. No pretender NUNCA que ya hemos llegado. El Reino permanece como punto de llegada, como desafío, como utopía, en el mejor sentido de la Palabra.