La experiencia de llevar a los pies de la Virgen tantas intenciones de tantas personas me ha hecho ver el sacerdocio de una manera un poco distinta. Me parece entender que en el caso de los sacerdotes es deber nuestro ser uno y ser muchos. Dicho de manera prosaica: ser sacerdote es entre otras cosas ser lo que en Colombia llamamos un “mandadero,” el niño de los recados y razones. Dicho de manera poética: Yo no puedo imaginar mi felicidad al margen de las desdichas o esperanzas de mis hermanos. Es algo así como: “No deseo solamente entrar yo al cielo sino que quiero entrar muy acompañado.”