Una cosa es el problema y otra cosa es el adversario. El adversario no es un problema ni el problema es un adversario. Más bien hay que decir que el adversario es aquel que resuelve el problema por un camino que excluye nuestra solución del mismo problema. Cuando esto se entiende uno deja de atacar al adversario y se dedica a buscar una mejor solución para el problema. Pues los que tienen que luchar no son mi adversario y yo sino su solución y la mía.
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