Bendigo a Dios que une los pueblos para que nos apoyemos en horas de dolor. Así como ha sido inmensa la calamidad en el sudeste asiático, así es reconfortante ver cuántos caminos de ayuda y cuánto dinero se ha podido recoger.
Quizá nunca sea suficiente para paliar el dolor de los que perdieron tanto en tan poco tiempo, y sobre todo, de quienes perdieron a sus seres amados, pero ese amor vuelto donaciones y dinero puede hacer mucho bien en unir por encima de razas y lenguas a millones de personas.
Mi oración el día de hoy es esta:
Señor,
a ola inmensa quiere tragarse la vida de miles de inocentes el mundo entero se pone en pie y se une para defender a los desvalidos. Esa ola temible, ese tsunami, la pueden ver nuestros ojos y por eso nos podemos defender de ella o por lo menos de muchas de sus consecuencias.
Ahora yo te pido que de la misma manera abras los ojos del mundo para que pueda ver los otros tsunamis, las otras olas de muerte que quieren destruir a los niños, a las familias, a los pueblos. Que podamos ver cómo el aborto, la desigualdad social, el armamentismo, la cultura del placer inmediato e irresponsable y tantos otros tsunamis de la cultura y del espíritu despedazan con su fuerza a nuestro mundo.
Que veamos esas olas, Señor, y que aferrados a ti, las venzamos con el muro de fuerza que es la fe en tu divina Palabra y la unión con tus justos mandamientos. Amén.