A hora del almuerzo de ayer me enteré que en la misa del sábado por la noche, que tuve que presidir y en la que tuve que predicar, asistió el Primer Ministro de Irlanda, Bertie Ahern. Como de costumbre, Bertie llegó de incógnito y sin escolta, y a la salida de la misa saludó a algunos parroquianos.
Cada bautizado tiene un valor infinito a ojos de Dios, pues cada uno vale precio de la Sangre de Cristo. Ya que, por lo visto, el Señor me encomienda predicar a todo género de bautizados, le pido que me dé las palabras y la gracia para hacerlo bien.