Roberto Orozco dedica este mensaje a su propio padre
Mi padre es un hombre callado, mesurado, amable. Es un hombre bueno como el pan, como la lluvia, como el amanecer. Es un hombre fuerte como el trueno, como el diamante, como una montaña.
Mi padre ha sido ejemplo de bondad para su familia: cuando éramos pequeños nos llevaba a pasear, a comer, nos invitaba pastel o gelatina, nos cuidaba. Mamá, mis hermanos y yo fuimos objeto de su amor, de su generosidad y de su respeto.
Mi padre es un artista. De joven aprendió a darse y entregarse al servicio de los demás. De sus manos salían primorosas obras de arte que daba generosamente a todos los que con el convivían. De él aprendí a trabajar, bendición del cielo. Desde temprano se iba al hospital a entregarse a su comunidad y los cientos que necesitaban de él y regresaba tarde, cansado y siempre con una bolsita de papel con 3 paquetes de Meneitos.
A veces cuando en casa realizaba alguna labor, lo escuchaba y me parecía que rezaba. Y el espíritu de Dios habitaba en él: sus labios y sus manos hablaban de la bondad de su corazón.
Interrumpía su trabajo sólo cuando mamá lo llamaba a comer. Comía poco, con frugalidad y despacio muy despacio, según el para aprovechar el alimento; sin embargo siempre pensé que trataba de digerir otras cosas. Apenas terminaba, daba gracias. Se levantaba y regresaba a su labor.
Mi padre es un caballero: elegante en el vestir aunque no lleve traje; es un hombre sabio: dulce y prudente al hablar; siempre respetuoso, cortés y amoroso con mi madre.
Gracias a él, lo tengo todo: una familia, alimento, techo, cobijo, educación; me ha brindado su amor a manos llenas, con su respectiva dosis de paciencia, observaciones, jalones de orejas… Y me compartió su más preciado tesoro: el don de la vida.
Si no hubiese sido por él, no sería lo que soy. Como una pequeña muestra de agradecimiento, de amor y para honrar su nombre y su persona, escribo estas breves líneas.
Te mando un beso y un abrazo.
Gracias, papá. Dios te bendiga y que goces de tu premio eterno!!!