Una cosa que me llama la atención de mi lugar de vivienda es la relación que veo sucederse entre los estadounidenses y los irlandeses. Es bonita y me hace acordar del Africa y también de las genealogías del Antiguo Testamento.
Una escena típica es cuando llega algún dominico de Estados Unidos. La conversación divaga un poco en búsqueda de elementos comunes. Es como cuando dos tribus se encuentran y buscan algún antepasado común para reconocerse como parientes y tener una razón explícita para aceptarse y quererse. O como cuando en la Biblia se hacen interminables listas de padres, hijos y nietos, que en el fondo retratan más los pactos y amistades que genuinos matrimonios y nacimientos.
La verdad es que Irlanda y EEUU son muy cercanos. La gente pregunta aquí por las elecciones presidenciales con auténtico interés y sufre cuando las acciones agresivas de los “Americans” los alejan del contexto de Europa y de la buena acogida en el resto del mundo.
Ahora bien, hay sobradas razones para esta actitud amable con los que nosotros solemos llamar “gringos.” Como sabemos por la Historia, los Estados Unidos fueron el destino preferido y en realidad la gran tabla de salvación para centenares de miles de irlandeses en el siglo XIX. Y aunque su recepción no fue en las condiciones de amabilidad que hoy unen a los dos paises, lo cierto es que semejante mayoría quedo ligada a la tierra de las oportunidades, y con ella, los afectos de muchos en esta isla.