En Ibagué me aguardaba otra sorpresa. Ciertamente el Señor me quiere siempre discípulo más que predicador o maestro. La sorpresa es ver el curso que va tomando la semilla de la gracia que hace cinco años plantaron María Claudia y María Margarita, dos amigas hermanadas por el deseo de la evangelización en serio y a gran escala.
María Claudia, haciendo caso omiso a las limitaciones que podría imponerla su enfermedad, una especie de artritis irreversible, dirige semanalmente un programa de oración y formación cristiana en Radio María de Bogotá. Se trata de una vigilia que cada jueves nos invita a unirnos a la Pasión Dolorosa y Redentora de Nuestro Señor Jesucristo en espíritu de recogimiento y también en el deseo de aprender sobre la realidad del pecado y sobre la posibilidad de la conversión y reeducación de la vida.
Paralelamente, María Margarita ha venido dirigiendo otras vigilias, esta vez mensuales, en alguna parroquia en Ibagué. También en este caso el propósito es de oración y de reparación por los pecados propios y del mundo entero. La iniciativa, que podría parecer irrealizable o de difícil permanencia, muy al contrario se ha ido consolidando, de manera que ya hay otras parroquias de la capital del Tolima que quieren tener esa misma experiencia de oración y vida espiritual.
Estas dos mujeres audaces han sido acompañadas y apoyadas por varios sacerdotes, como los Padres de la Santa Cruz, pero por una razón que no comprendo totalmente, me han pedido que sea yo quien ayude a coordinar y madurar su proyecto de cara al futuro. A eso vine; ¡Dios me ayude!