Tony Blair ha dicho recientemente que asume “full responsibility” por las fallas de “inteligencia” que condujeron finalmente a que la Gran Bretaña se involucrara en la guerra contra Iraq. Mi pregunta es qué significa esa completa o total responsabilidad. La hipótesis es que no significa en realidad nada y que a lo sumo, por una extraña carambola de ese juego que se llama “opinión pública,” tal acto público de contrición sencillamente terminará favoreciendo los intereses de poder del Primer Ministro británico y su partido.
El problema entero está en las palabras, en su capacidad de significación. El mundo antiguo, el medieval, e incluso el de la Modernidad, se expresaban y obraban a través de las palabras; este otro mundo posterior a la Modernidad obra también en las palabras, es decir, las pule y refina a su modo antes de ponerlas en circulación.
Examinemos, si no, lo que significaría la palabra “responsabilidad” en castellano sencillo y llano. Entraña dos cosas: un examen de las posibles culpas y un examen de las consecuencias de esas culpas. En la Iglesia Católica, cuando se enseña sobre el sacramento de la confesión, se incluye entre sus actos propios la “satisfacción de obra.” Con ese nombre “técnico” quizá ya no signifique mucho para mucha gente pero la idea que implica es maravillosa: buscar el perdón implica no sólo decir “me equivoqué” sino poner los medios para restaurar de la mejor manera el orden que ha sido quebrantado. En el caso de un robo, por ejemplo, eso significa devolver lo robado.
Pues bien, hay mucho “orden” que ha sido quebrantado con la guerra de Iraq y mucho desorden, dolor e injusticia que hubieran podido ser evitados. Lo de menos, hasta cierto punto, ahora, es que nos expliquen en abultados informes cuál fue el día y cuál la hora en que alguien mintió y por orden de quién. Lo importante es quién se benefició y quién espera seguirse beneficiando de esas mentiras. Porque de eso no se habla. Una verdadera y real “responsabilidad” implicaría renunciar a los beneficios económicos y políticos que se han adquirido físicamente a precio de vidas humanas, tanto de civiles iraquíes como de soldados de ambos bandos. ¿Está pensando en eso Blair? ¿Habla de eso Bush?
Además, no se nos olvide a quiénes habla Blair en su acto de contrición. Se trata de una nación pragmática por excelencia. Una vez creados los beneficios (que significan millones de libras esterlinas en contratos y divisas), ¿es creíble que habrá un levantamiento masivo de voces en contra del Primer Ministro? Más bien lo que parece que vaya a suceder es lo que vemos: los laboristas ganan puntos mientras que cualquier ataque al ya contrito y humilde Blair adquiere visos de “obsesión” y de “mala fe.” El efecto, pues, es una jugada política de alto nivel: de lo que se trata es de cerrar un capítulo vergonzoso de peor que dudosa moralidad para dejar solamente abiertos los capítulos financieros y geopolíticos que interesan a ingleses y norteamericanos.