Hoy he visto con especial claridad la belleza de la vocación de los Foyer de Charité. He visto que es una vocación oportuna para nuestro tiempo, profética especialmente en el contexto secularizado de Europa, llena de eso que me encanta y que se llama “predicación” y muy balanceada en sus ingredientes “humanos” y “divinos,” para hablar en esos términos. He visto, en suma, que es una vocación posible para mí. El padre Río, padre de este Foyer de Ronciglione, me lo ha sugerido, además. Y sin embargo, no creo que sea voluntad de Dios que yo deje la Orden de Predicadores.