En tiempos de san Agustín de Hipona una de las asignaturas más importantes en la formación académica de todo ciudadano romano era la retórica. A nosotros hoy podría parecernos exagerado o absurdo darle tanta importancia al arte de hablar bien.
Con algo de esfuerzo, sin embargo, uno descubre dos cosas. Primera, aquella relevancia de la retórica tenía un sentido; segunda, también nuestro tiempo tiene sus propias “retóricas,” y quien no las aprende pronto queda confinado a la irrelevancia.
En efecto, la retórica, más que una colección de fórmulas bonitas era y es el arte de influir en otros. Así entendida, la retórica alude a la belleza, ciertamente, pero también a la verdad y a la bondad. Tiene que ver con el poder, desde luego, y es tema obligado si se piensa en el futuro de la sociedad.
Las “retóricas” de hoy son los medios de comunicación. Por algo se ha hablado del analfabetismo tecnológico. Hoy, la persona o grupo que desconoce o no domina las habilidades básicas de la conexión al ciberespacio queda sencillamente relegado de una cantidad importante de instancias públicas y de posibilidades de crecimiento personal. Cómo hacer un video, cómo escribir un artículo que sea no sólo legible sino efectivamente leído, cómo utilizar los ritmos musicales de hoy para comunicar ideas y formas de pensamiento… todo ello es parte de la retórica sel siglo XXI. Así que nos equivocamos al juzgar que todo ello quedó sólo para los tiempos del gran Doctor de la Iglesia en el siglo V.
En esta misma línea es muy interesante preguntarse qué género de estudios deberían ser básicos en la formación de las nuevas generaciones. Tema inmenso como el mar, que despertará todo género de respuestas. Habrá quienes quieran ver a los niños del futuro como diminutos Robocop, llenos de aparatos de todos los tamaños y velocidades y con todas las interfases posibles, comunicándose en una jeringonza cada vez menos entendible por los que entonces sean adultos. Otros pedirán un retorno a lo clásico y a la lectura como tal (habilidad que a veces parece extinguirse inexorablemente entre la raza humana).
Y tú, que lees esto, ¿qué opinas?