Es cosa que alegra mucho
y que a la vez entristece
ver a Dios amando al mundo
y al mundo que no lo siente.
Ver que la gente pregunta
“¿Dios dónde se ha metido?
¿Por qué ya no nos ayuda,
en dónde se halla escondido?”
Para ellos la religión
es cosa ya del pasado,
y Cristo, Nuestro Señor,
tan sólo un recuerdo malo.
Y algunos resueltamente
van más allá y reclaman
que una vez y para siempre
a Dios le demos la espalda.
Hay una ley europea,
que llaman “Constitución,”
que quiere dejar por fuera
el Santo Nombre de Dios.
¿Qué es eso, yo me pregunto,
sino pura ingratitud?
¿Así le paga este mundo
su Sangre a Cristo en la Cruz?
Pero una cosa es muy cierta
y aquí la repetiré:
la virtud que es verdadera
al fin se da a conocer.
Cuando hay agudo contraste
las cosas se ven mejor,
y aunque el odio a tantos mate
no ha matado aún al amor.
Pasa, muy al contrario,
que al amor se le ve mejor
recibiendo por todo pago
olvido, pena y dolor.
Y así aunque parezca extraño
–lo dicen los santos, no yo–
cuando Dios es relegado
más y más muestra ser Dios.
Fr. Nelson Medina, O.P.