Se utiliza esta expresión en España y en otros lugares, añadiendo el adjetivo “florida” para señalar a esta pascua, la de resurrección, porque ha existido la costumbre (que en el fondo es errónea) de decir “Felices Pascuas!” también para Navidad. Entonces, para diferenciar una de otra, a esta, que es la verdadera Pascua, ciertamente, se la llama Pascua Florida.
De todos modos es un nombre muy bello, y aquí en el hemisferio Norte, tiene una elocuencia particular. Lo más bello de la Primavera va asomando en brotes y tímidas flores que ya no le temen al viento de hace unas pocas semanas. El color va visitando los jardines, los parques, las calles, las ventanas. De un día a otro día no se nota demasiado la diferencia, pero el ambiente tiene cada vez más luz y sobre todo más color.
Los almacenes anuncian sus colecciones de primavera o ya de verano. También aquí los cambios son notables. Lo solemne va dando paso a lo más ligero, y los pardos y oscuros abrigos ya perdieron su sitio, para dejarlo a camisas, blusas y accesorios donde el azul, el verde claro, el naranja y sobre todo el rosado abundan.
Sí: el rosado. Debe haber algo genético en eso. A las irlandesas les encanta el rosado. En algunos almacenes es casi hostigante. Lo cierto es que la gente compra rosado, se viste de rosado y luce rosado, cada vez más. Según me cuenta una amiga colombiana que lleva años aquí, hay que revestirse de paciencia: habrá naranja y sobre todo rosado para rato.
Son cosas menos trascendentales que otras que por aquí también he contado, pero, bueno, pienso que todo es parte de un retrato real de lo que hoy es Irlanda.